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Ahora le toca a la presidenta Claudia Sheinbaum el intento de reforma electoral que quedó pendiente en el sexenio de su antecesor Andrés Manuel López Obrador, y entre los temas que contempla la reforma estarán presentes nuevamente el tema de la reducción de legisladores plurinominales, lo cual sin duda es un tema que es bienvenido entre la opinión pública al tratarse de suprimir estos puestos que suelen ser premios para políticos influyentes en cada partido y que permiten que personas nefastas no bien vistas por el pueblo sigan en cargos decisivos en la esfera pública de nuestro país. Sin embargo, el tema que ocupa las líneas de hoy es el relativo a la idea de la presidenta de eliminar la reelección que fue aprobada en la reforma electoral de 2018 que permite que legisladores y alcaldes puedan ocupar consecutivamente el cargo de elección popular. La idea de la reelección es sí es buena, porque permite que un político se someta a un proceso de evaluación por sus gobernados o representados con base en su desempeño durante su respectiva gestión, y aunque el tema de la reelección aplique más en sociedades o países desarrollados con un grado de conciencia cívica bastante desarrollado entre sus habitantes, no significa que en México no haya demostrado su pragmatismo, pues solo como ejemplo, los votantes del municipio de Allende, Coahuila, castigaron en la elección del año pasado al alcalde priísta al negarle la repetición en el cargo ante su evidente ineptitud y casos fehacientes de corrupción que le dieron la victoria al candidato de oposición de la alianza morena-PT., por ello, se trata de un tema que no necesariamente resulta pernicioso por contradecir el postulado maderista de la constitución de 1917; “sufragio efectivo no reelección” que fue incorporado a dicho texto legal. No obstante, más de una centuria ha pasado y las condiciones han cambiado, si bien es cierto nuestra sociedad aún es apática y poco participativa, lo cierto es que lo sucedido en Allende se replicó de igual forma en otros municipios coahuilenses como Nava y Piedras Negras y suponen un proceso de evaluación directa sobre la gestión de alcaldes. También en Yucatán, solo por mencionar otro ejemplo, 22 alcaldes que buscaban la reelección recibieron el voto de castigo por parte de sus gobernados lo cual habla de una sociedad crítica, mientras que 34 lograron la reelección, es decir, un aparente respaldo por sus resultados. En síntesis, se trata de un esquema que castiga o premia y en lo personal debe continuar porque profesionaliza el servicio público al obligar a las administraciones públicas a rendir buenos resultados si desean continuar unos años más en el gobierno, lo mismo sucede con legisladores. Fuera de esto, eliminar pluris, el nepotismo y la disminución del financiamiento a partidos son temas por demás bienvenidos en este nuevo intento de reforma que sin duda alguna prosperará en este nuevo gobierno.