Hay una película de Disney que se llama “Encanto”, donde todo gira en torno a la familia “Mirabal” que, si bien no tiene un lazo con las hermanas “Mirabal” de República Dominicana, si tiene que ver con la violencia que sufrió esa familia en Colombia, para formar un hogar.
Las hermanas Mirabal, también conocidas como “Las mariposas”, se opusieron a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo y fueron asesinadas el 25 de noviembre de 1960; de ahí, que ese día se designara como el Día de Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Fueron encarceladas en repetidas ocasiones por su activismo en contra de las actividades políticas del dictador Trujillo. Sus nombres eran: Patria Mirabal, Minerva Mirabal y María Teresa Mirabal.
Mujeres que apoyaban las causas de las mujeres, SORORIDAD le llaman. Parecería tan lógico que entre mujeres nos unamos para enfrentar la discriminación, actos violentos, de acoso, etc. Pero, la práctica dista mucho de la realidad y, lo digo por experiencia propia: la sororidad es SELECTIVA.
Lamentablemente, existen mujeres que no comparten la visión ideológica del feminismo, o que contrario a ello, se apropian de esa concepción, excluyendo a quien consideran no encaja con el perfil (no somos competencia); convirtiéndose en ocasiones, parte del mismo patriarcado al que tanto critican. Si las hermanas Mirabal vivieran, se volvían a morir de ver como entre nosotras mismas, nos hacemos daño.
Y debo ser muy honesta, no todas las mujeres actúan de esta manera, reconozco que hay mujeres sumamente sororas y, que cuando nos unimos, somos imparables. Pero de que hay quienes hieren, lastiman y hasta matan a otras mujeres, las hay. Las invaden los celos, el odio. Discriminan y hasta ejercen violencia comunitaria, hablando mal de una, que claro está, las demás no dicen nada. Porque... ¿qué rico es comer prójimo ajeno verdad?
Si nos vamos a la farándula, no hay caso más específico que el de Ángela Aguilar. Un desprecio general de otras mujeres, que me imagino, tienen una solvencia y calidad moral tan amplia, para desearle cosas tan desagradables a otra mujer. Y debo ser muy puntual, en que no la justifico en lo absoluto, son en cierta manera, consecuencias de sus actos, sus cuentas pagarán; lo que quiero resaltar, es la manera tan dura y fuerte en que las propias mujeres, juzgamos a otras, mientras que su pareja (el hombre en cuestión) sigue llenando conciertos... Qué extraña es la moralidad de la sociedad... ¡Tan igualitaria!
Y si nos vamos al plano político o social, hay un sinfín de situaciones en las que han sido las propias mujeres, quienes han violentado a otras. Caso específico: Olimpia Coral Melo. Antes de convertirse en la gran activista que es hoy, reconocida y admirada por muchas, fue el centro de burlas, escrutinio público y víctima de las redes sociales, en las que las propias mujeres, la juzgaban a diestra y siniestra.
Nadie es santo de nadie. Dice el viejo y conocido refrán: “La que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.
Se dan tantos cursos, talleres, conferencias y demás sobre este tema y, sin embargo, pareciera que son plumas al viento, sin rumbo y sin un objetivo claro.
El término sororidad viene del latín sóror, que significa hermana, fraternidad, de ahí que no esté muy errado el decirnos hermanas, cuando nos apoyamos unas a otras.
Más que un día, más que un color, eliminar la violencia debería iniciar con el respeto por nosotras mismas, por nuestro género. SOMOS MUJERES TODAS.
Eso de: “Entre mujeres podremos despedazarnos, pero nunca nos haremos daño” ... es una total falacia. Entre mujeres estamos para apoyarnos, para edificarnos, para impulsarnos, para valorarnos. Crear lazos nos construye.
Sentir admiración por otra mujer, es sin lugar a duda, el primer paso para que una SORORIDAD sea efectiva y por el contrario, deje de ser selectiva. Y para qué son las alas, sino más que para volar...