Dos chicas rubias fueron juntas a jugar a las máquinas tragamonedas del casino. Cada una acordó que cuando se acabara el dinero que le correspondía, iría al frente del casino y se sentaría en un banco a esperar a la otra.
Trixie perdió rápidamente todo su dinero y fue a sentarse en el banco. Ella esperó y esperó.
Después de lo que pareció una eternidad, finalmente vio a Paty acercándose a ella, cargando este enorme saco de monedas.
Paty le dice:
- Hola, Trixie, ¿cómo te fue?
La chica que esperaba hace mucho tiempo le contesta:
- No muy bien. He estado esperando aquí durante horas.
Paty le dice:
- ¡Deberías haber estado conmigo si alguna vez encontrara una buena máquina! Está en la parte de atrás. ¡Ven! Te la mostraré. ¡No puedes perder!
- Verás... ¡Cada vez que pones un dólar, ganas cuatro monedas de veinticinco centavos!