La mejor columna política de La Laguna, por SinCensura®.

El 15 de septiembre se llevó a cabo la conmemoración del 214 aniversario del inicio de la Independencia de México en el Zócalo capitalino. El último grito encabezado por Andrés Manuel López Obrador. Una ceremonia sumamente emotiva, en donde se pudo apreciar el gran cariño, amor, respeto y admiración de parte de la mayoría de este país.

El presidente López Obrador es un personaje que marca un antes y un después de nuestra historia. Andrés Manuel López Obrador terminará su sexenio con una popularidad prácticamente del 70 por ciento..

En la historia hemos visto mandatarios que han alcanzado el 70 por ciento, en algún momento de su gestión, pero nunca, ninguno al final de su mandato. La misma oposición jamás logró entender lo que era este fenómeno que se vio evidenciado con el grito: “Es un honor estar con Obrador”.

Para la oposición, Andrés Manuel López Obrador era un accidente histórico, consecuencia del hartazgo que existía hacia el PAN y el PRI, pero confiados en que ese hartazgo sería pasajero y que tarde que temprano la gente regresaría al redil.

Nunca entendieron que Andrés Manuel López Obrador representa como tal, con esas letras, con esa palabra y con ese significado a las “mayorías” que se sienten representadas por él en la “silla del águila”.

Anteriormente, cuando un presidente gozaba de ese lugar –la silla presidencial–, como en su momento lo hicieron Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, representaban a la oligarquía que han defendido los intereses de quienes más tienen.

El presidente López Obrador no lo hizo así y dio un giro al volante, precisamente, hacia los más necesitados, llevó a cabo acciones y obras que permiten hablar de una menor asimetría en cuanto a la pobreza. Y aunque falta mucho, el legado que deja es definitivamente honroso y destacable: más de 5 millones de personas salieron de la pobreza, según las cifras oficiales.

Hablamos de personas que durante décadas fueron olvidadas, desechadas, sometidas, agredidas, saqueadas y minimizadas por una “clase política” que hoy se sigue rompiendo las vestiduras sin entender por qué la gente se vuelca con ese cariño hacia un personaje que para ellos significa “lo peor”. Y la respuesta está precisamente en ello, en que, para la sociedad, los que significan “lo peor” son los partidos de la oposición.

Es cierto, el gobierno Andrés Manuel López Obrador no fue perfecto, deja pendientes, deudas, hay claroscuros, hubo excesos en algunos temas, pero la realidad es que fue un gobierno muy superior a lo que había anteriormente.

Para la mayoría es un gobierno que cumple las expectativas de muchos, principalmente de aquellos que votaron por Andrés Manuel López Obrador y que le encargaron tomar ciertas decisiones que al final de cuentas el político tabasqueño las llevó a cabo.

La oposición minimiza, por ejemplo, el tema del incremento salarial cuando para millones de personas además de ser un apoyo en su bolsillo es simbólico porque demuestra que el presidente no se olvidó de su promesa, no se olvidó de ellos. En fin.

El último grito del presidente Andrés Manuel López Obrador ha logrado ya poner su nombre en la historia de nuestro país pero no solamente como una referencia anecdótica de un personaje que pasó durante un sexenio sino como alguien del cual la historia hablará durante muchos años porque a diferencia de lo que cree la oposición mediática, la política empresarial, no son ellos los que hacen la historia, la hace el pueblo ante esa figura que representa todo para todos y cada uno de ellos.

Ahora, le tocará a Claudia Sheinbaum llevar la Cuarta Transformación al “segundo piso” en un escenario nada fácil ni sencillo, sí con mayores botones de mando gracias a la Reforma Judicial, pero que a final de cuentas y esto no podemos dejarlo de lado, tendrá enfrente a una furiosa serie de poderes fácticos que no abandonarán muy fácil ese concepto de los privilegios que tienen a no pagar impuestos y hacer lo que les venga en gana, o bien, violentar la ley cuantas veces quieran.

El Plan C será una realidad, pero en muchos sentidos también será una serie de enfrentamientos con ese poder fáctico que es el económico y que está dispuesto a todo con tal, precisamente, a evitar que lo que pasa en México se convierta en un ejemplo para el resto de los países y eso atenta en contra un sistema que a empobrecido a las mayorías.

El Instituto Nacional Electoral tiene en sus manos un algarabía. Debe organizar a toda velocidad una elección nacional incluso más compleja que la elección presidencial. Todavía ni siquiera sabe si tendrá presupuesto suficiente para elegir jueces, magistrados y ministros.

Algo tendrán que hacer porque ya se estipuló que la primera ronda de elecciones será el primer domingo de junio del 2025. Hay que hacer todo el caminito de una elección de políticos, pero con una capacitación extra porque ahora serán jueces los que se deberán elegir que por cierto nadie conoce. Todavía falta mucha información sobre cómo hacerlo.

A la refundición del Poder Judicial de la Federación, ordenada por Andrés Manuel López Obrador, seguirá un apretado calendario de instrumentación a iniciar a fin de mes.

Sin reglamentación complementaria, sin haber difundido sus bases, sus alcances y mucho menos cómo garantizar la desaparición de la corrupción de jueces, magistrados y ministros.

Corrupción invocada de mil maneras en el discurso manipulador y en la iniciativa presidencial, pero jamás demostrada y menos perseguida, sea por la Fiscalía General o por el Consejo de la Judicatura Federal.

Ni en los tiempos de Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, cuya manipulación del Ejecutivo ha sido confesada por Andrés Manuel López Obrador y cuyo esfuerzo de prolongación al frente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) resultó frustrado.

Ni en los actuales de Norma Piña, razón por la cual no hay procesos pendientes para justificar despidos o para atenuar la creciente movilización del personal dedicado a la aplicación de la justicia.

Sin embargo, aún nos queda la última esperanza: el enojo presidencial es mayúsculo. De repente los jueces, los magistrados y los ministros del Poder Judicial de la Federación se unieron en una movilización lejana al escenario de Andrés Manuel López Obrador.

Le han estropeado el ambiente político al final de su mandato en varios sentidos, por las movilizaciones nacionales, el respaldo social de esta inconformidad y sobre todo por sus efectos internacionales.

Lo dibujan como un gobernante propenso al autoritarismo, camino a la dictadura por desaparecer la autonomía de los Poderes de la Unión y de los órganos autónomos.

Es el jefe del Ejecutivo, tiene en sus manos el Legislativo –Cámara de Diputados y Senado de la República– y juntos los enfoca contra el Poder Judicial.

El Presidente desmiente todo con un solo argumento: es su palabra y la promesa de democratizar al país a partir del voto popular. Aquí está su contradicción.

López Obrador no esperaba la paralización de juzgados, tribunales y de la Suprema Corte de Justicia de la Nación porque los creía sometidos a su dictado.

Vio con satisfacción las decisiones del Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Le dieron su ansiada mayoría calificada en la Cámara de Diputados y, de haber podido, le hubiesen concedido los votos suficientes en el Senado de la República para su Reforma Judicial. Hoy el presidente tiene un obstáculo para su reforma madre.

La Sala Superior del Poder Judicial de la Federación puede ser un freno definitivo porque si logra concitar el voto de ocho ministros, le echarán por tierra su último gran legado: la aniquilación del Poder Judicial.

Norma Piña, jueces, magistrados, ministros y trabajadores salieron a rechazar este mamotreto de los Poderes Ejecutivo y Legislativo porque defendieron su autonomía como no lo hicieron el INE y el TRIFE.

Pero el riesgo es mayúsculo: echar para atrás esa reforma llevaría al país a una gran crisis constitucional, a la indefinición jurídica y al vacío republicano y jurídico. Pero ahí vamos.

Finalmente, entre opiniones a favor y en contra, la Reforma Judicial fue publicada en el Diario Oficial de la Federación, dicha reforma se integra de 6 puntos que a continuación te vamos a explicar:

1.- Reformas estructurales al Poder Judicial: La SCJN se reduce de 11 a 9 ministros y su presidencia se renovará cada 2 años. Los ministros durarán 12 años y no podrán ser reelegidos. También, desaparece la Primera y Segunda Sala de la SCJN y operará únicamente en Pleno. En tanto al Consejo de la Judicatura Federal (CJF), este va a desaparecer y se creará el Órgano de Administración Judicial (OAJ) y el Tribunal de Disciplina Judicial (TDJ). El TDJ podrá remover a jueces, magistrados y ministros, por su parte, el OAJ estará integrado por 5 miembros que durarán 6 años en su cargo.

2.- Normas de selección y elección de funcionarios judiciales: Los jueces, magistrados y ministros serán elegidos en un proceso que involucra a los tres Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. En el caso del Tribunal Electoral y Tribunal de Disciplina Judicial, cada uno de los Poderes postulará a varios candidatos y tanto jueces como magistrados y ministros serán elegidos en las urnas mediante voto popular. Desde luego que el Instituto Nacional Electoral será el competente para organizar dicha elección, realizar el cómputo y establecer la validez de dicha elección. Para ser ministro de la Corte se eliminan los 35 años como requisito y se reduce la experiencia necesaria a 5 años únicamente. Por su parte jueces y magistrados deberán tener un promedio mínimo de 8 y al menos 3 años de experiencia y promedio mínimo de 9 para la especialidad para la cual se postulan.

3.- Plazos responsabilidades y sanciones en materia tributaria: Los tribunales y los jueces deberán resolver en un plazo máximo de 6 meses y en caso contrario podrán incurrir en sanciones salvo ciertas excepciones, el Tribunal de Disciplina Judicial será el encargado de evaluar al personal, suspenderlos y sancionarlos, en su caso, pero también de destituirlos y aplica tanto para jueces, magistrados y ministros.

4.- Los procesos electorales: Habrá una elección extraordinaria 2024-2025 donde se va a elegir al 100 por ciento de los ministros de la Corte, magistrados faltantes del tribunal Electoral y magistrados del Tribunal de Disciplina Judicial y se renovará la mitad de los jueces y magistrados del país. Los jueces y magistrados elegidos en 2025 concluirán su cargo hasta el 2033.

5.- Nuevas normas y prohibición: Se prohíbe la operación de fondos, fideicomisos y contratos similares dentro del Poder Judicial de la Federación, las controversias y las acciones de inconstitucionalidad requerirán 6 votos de mayoría calificada para poder ser resueltas y los amparos no podrán fijar efectos generales.

6.- Reformas a los Poderes Judiciales Estatales: En cada Estado se replicarán las reformas, incluyendo, el voto popular en las urnas y las reglas para jueces y magistrados.

La Reforma Judicial contempla más detalles que puedes leer tú en el Diario Oficial de la Federación, de fecha 15 de septiembre, de forma sincera esperamos que esta reforma se implemente de la mejor manera posible en beneficio de los mexicanos.

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