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Existe una peyorativa frase mexicana que se utiliza al final del periodo de un gobierno en turno: “Año de Hidalgo”, que se complementa con “chigue a su madre el que deje algo”, haciendo alusión a que se llevan todo lo que se pueda las autoridades que van de salida. La frase no dista mucho de una realidad que al parecer nunca es superada, pues en el municipio de Allende, Coahuila, las autoridades priistas salientes han decidido vender con autorización del cabildo una camioneta Suburban que conducía el alcalde José Díaz Gutiérrez y que han autorizado su venta bajo un argumento carente de sentido y razón. El activo de 2019 se ha puesto en venta bajo el argumento de pago de deuda pública, lo cual carece de sentido porque el presupuesto de egresos del municipio contempla las erogaciones correspondientes al pago para la amortización de deuda pública contratada por el municipio, y como se trata de pagos fijos establecidos en una cantidad de tiempo determinada, no se presentan fluctuaciones que pudieran requerir pagos extraordinarios que ameritaran la urgencia de desincorporar un activo municipal para su venta. Este acto se suma a la estela de irregularidades que se presentaron durante toda la administración priista en Allende y que genera más dudas que certezas y una cobija de “sospechosismo” sobre quién terminará adquiriendo dicho activo y a qué precio y sobre todo cuál será el destino final del recurso producto de la venta. De todo esto hay otra cosa que preocupa, pues dicha autorización fue avalada por la totalidad del cabildo, incluida la oposición panista, emecista y morenista que sin cortapisas firmaron dicha acta y que durante estos tres años no se han molestado en informar al pueblo las razones de cada una de las decisiones de sus respectivas votaciones al grado tal de ser solo “levanta dedos” para la aprobación incondicional de cada ocurrencia del alcalde en turno. Y es que este activo se supone es para la movilidad del presidente municipal, mismo que debe servir para el mismo fin con el presidente que está por ingresar, pues de lo contrario habrá que adquirir una nueva unidad cuando no hay necesidad de gastar. Más grave aún, desde el mes de junio hasta el presente las autoridades no han subido una sola acta de cabildo a la página del ICAI ocultando decisiones en los últimos meses de administración en total opacidad sin que sepamos qué otras posibles felonías se estén cometiendo con el aval de la supuesta “oposición” que actúa más bien como cómplice que como antítesis del alcalde y su séquito de regidores incondicionales y sumisos. La venta de la suburban solo refleja la facilidad con que una autoridad puede cometer irregularidades con el aval de quienes se supone representan al pueblo y no a los intereses de terceros y bajo argumentos simplones que insultan a quienes conocemos los menesteres de la administración pública. El año de Hidalgo parece estar tomando forma una vez más como si nada pasara y como si fuera una tradición inmutable que aparece cada tres años de manera inexorable.