Una anciana hizo sus compras y, al regresar a su automóvil, encontró a cuatro hombres en el acto de salir con su vehículo. Dejó caer sus bolsas de compras y sacó su pistola, procediendo a gritar a todo pulmón:
- ¡Tengo un arma y sé cómo usarla! ¡Salgan del auto!
Los cuatro hombres no esperaron una segunda amenaza. Salieron y corrieron como locos.
La señora, algo conmocionada, procedió entonces a cargar sus bolsas de la compra en la parte trasera del coche y se sentó en el asiento del conductor. Estaba tan conmocionada y nerviosa que no podía meter la llave en el contacto. Lo intentó y lo intentó, y luego se dio cuenta de por qué.
Por la misma razón se preguntó por qué había una pelota de fútbol, un frisbee y dos paquetes de 12 cervezas en el asiento delantero...
Unos minutos más tarde, encontró su propio coche aparcado cuatro o cinco espacios más atrás.
Cargó sus paquetes en el coche y se dirigió a la comisaría para denunciar su error.
El sargento a quien le contó la historia no podía dejar de reír.
Señaló el otro extremo del mostrador, donde cuatro hombres pálidos estaban denunciando un robo de auto por parte de una anciana enojada descrita como blanca, de menos de cinco pies de altura, gafas, cabello blanco rizado y que portaba una pistola grande.