* La exposición prolongada al arsénico a través del consumo de agua y alimentos contaminados puede causar cáncer y lesiones cutáneas. También se ha asociado a enfermedades cardiovasculares y diabetes. La exposición intrauterina y en la primera infancia se ha relacionado con efectos negativos en el desarrollo cognitivo y un aumento de la mortalidad en jóvenes adultos.
Organización Mundial de la Salud
Desde hace muchos años nuestra región, la Comarca Lagunera, ha sido estudiada por muy diversos motivos. Uno de ellos es la salud, sobre todo a partir de la Reforma Agraria que transformó las relaciones sociales entre los productores agrícolas. El pasar de la figura de la hacienda a la pequeña propiedad y el ejido tuvo, sin duda, un enorme impacto social. El principal tiene que ver con el reparto de la riqueza arrancada a la tierra lagunera en forma de algodón pues, a partir de entonces, las condiciones de vida de los jornaleros agrícolas, convertidos en ejidatarios, mejoraron sustancialmente.
Sin embargo, la relación con el medio físico, es decir, con la tierra y el agua, también sufrió cambios notables en lo intensivo de la explotación de esos recursos naturales. Al represar el agua del río Nazas y distribuirla entre más usuarios se desató un proceso de perforación de pozos agrícolas que al poco tiempo implicó la extracción de agua, siempre a profundidades cada vez mayores. Y a mayor profundidad mayor presencia de metales pesados en el agua, especialmente arsénico, metal que tiende a quedarse el organismo de quienes ingieren agua que lo contiene.
A mayor concentración de dicho metal mayor dificultad para que el organismo lo deseche y, por tanto, mayor posibilidad de que se quede en el organismo con altísimos daños a la salud. Uno de los más recientes estudios sobre la relación entre ingesta de agua con arsénico y salud la realizó Martín Soto Jiménez por parte del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México, y en el se demostró la prevalencia de hidroarcenicismo crónico endémico regional (Hacre), enfermedad asociada al consumo de agua subterránea con elevadas concentraciones de arsénico, muy superiores a los niveles que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera no dañinos.
Como lo anterior es algo sabido desde hace muchos años el gobierno mexicano, presionado por los organismos internacionales relacionados con la salud, emitió desde hace tiempo una Norma Oficial mexicana sobre el agua. Esta norma obligaba a los organismos operadores a ofrecer agua que no contuviera más de 25 microgramos de arsénico, lo cuál de por si ya era dañino para la salud. Ahora, la nueva Norma Oficial Mexicana NOM-127-SSA1-2021 entró en vigor el pasado 3 de mayo y obliga a los organismos operadores (SIMAS en el caso de Torreón) a ofrecer agua para consumo humano con un contenido que no exceda los 10 microgramos de arsénico por litro, algo que, según el alcalde de nuestra ciudad (en campaña para ser reelecto) “es prácticamente imposible de cumplir, por lo que tendrá que revisarse y adecuarse a la realidad”.
La verdad es que las versiones previas de la Norma Oficial Mexicana que obliga a ofrecer agua saludable nunca estuvieron adecuadas a la realidad. Por el contrario, fueron normas tan permisivas que nunca estuvieron al nivel de lo recomendado por la OMS y las consecuencias son la prevalencia de diabetes tipo 2 y cáncer, entre otras alteraciones de la salud. Adecuarse a la realidad es invertir en procesos de potabilización que aseguren la calidad del agua que bebemos en lugar de bajar los parámetros saludables.