Se celebró como cada año el día del amor y la amistad, y como cada 14 de febrero, el consumismo se apoderó de los enamorados y cientos de millones de pesos se gastaron flores, regalos, cenas y reservaciones de hotel. “El amor está en el aire”, dice la famosa canción, pero la realidad es que en los tiempos modernos el cómo vivimos y concebimos el amor ha cambiado drásticamente.
Los datos nos muestran que, a pesar del enorme gasto que se realiza año con año en esta fecha, que se ubica solo por debajo del 10 de mayo, el día de las madres, la realidad es que parece que el amor no está tan de moda como en otros años, y la mayoría de las relaciones terminan en rompimientos y, en otros de los casos cuando se llega al matrimonio, en un juzgado para tramitar el divorcio.
Y es que, de acuerdo con cifras publicadas por el Observatorio de La Laguna, en el caso de los hombres, son cada vez más quienes optan por mantenerse solteros y se deciden a contraer matrimonio hasta después de los 25 años. Según las cifras del observatorio, el 42 por ciento de los hombres decide contraer matrimonio entre los 25 y los 34 años de edad, mientras que el 16 por ciento lo hace entre los 35 y 44 años, y un 19 por ciento después de los 45 años. Las cifras son reveladoras, pues en el año 2000 un 60 por ciento de los hombres se casaba antes de los 25 años.
Lo mismo está sucediendo con las mujeres, pues en el año 2000 las féminas contraían matrimonio a muy temprana edad. En ese entonces, 7 de cada 10 mujeres se casaba entre los 15 y los 24 años de edad, cifra que, en la actualidad, se redujo a la mitad, y solo el 34 por ciento de las mujeres se sigue casando a esa edad. Por el contrario, actualmente 4 de cada 10 mujeres decide contraer nupcias entre los 25 y los 34 años de edad.
Pero no solo la edad de quienes deciden casarse ha aumentado, también lo ha hecho, y de manera dramática, el número de divorcios. Según los datos publicados por el Observatorio de La Laguna, en el 2022, de cada 100 parejas que decidieron unirse en matrimonio más de la mitad, 63 para ser exactos, terminaron en divorcio. Las cifras nos muestran que, en ese año, se registraron un total de 2 mil 935 enlaces nupciales, de los cuales, mil 843 terminaron en un juzgado.
Sin embargo, y aunque parezca una cifra sumamente alta, la realidad es que se trata de una tendencia a la baja, pues un año antes, en el 2021, se registraron prácticamente el mismo número de matrimonios, con 2 mil 956, de los cuales, 2 mil 121 terminaron en divorcios, lo cual quiere decir, que 72 de cada 100 matrimonios terminaron en divorcio ese año.
Y es precisamente esa cifra la que se ha mantenido estable a lo largo de los años, pues desde el 2018 a la fecha, por cada 100 matrimonios en La Laguna, más del 50 por ciento terminaron en separación, con todo lo que ello conlleva. Y es que al amor ya no es como antes.
Pero en realidad no es nada más el matrimonio el que enfrenta una severa crisis, sino en realidad las relaciones en general atraviesan por una situación bastante particular. De acuerdo con el Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); en nuestro país, el 73 por ciento de las mujeres entre los 15 y los 17 años reconocen haber sufrido violencia psicológica en sus relaciones, el 17 por ciento dijo haber sido víctima de violencia sexual, y 15 por ciento dice haber sufrido violencia física.
De acuerdo con los especialistas, conductas como controlar los likes en las redes sociales, revisar el perfil de la pareja, restricción de relaciones afectivas con los amigos, celotipia, entre otras, son una concepción errónea del amor, y el problema es que se justifica el actuar de la pareja bajo el argumento de que quien lo hace es por amor, cuando no hay nada más alejado de la realidad. Por ello, afirman que es necesario dejar de normalizar la violencia, establecer límites, y reforzar la autoestima, y, en dado caso de que se presente violencia psicológica, sexual o física, buscar ayuda, pues en muchas ocasiones es complicado salir de relaciones abusivas, que luego, pueden llegar a un matrimonio violento, y, como ya vimos en las estadísticas, fallido, como todo lo que eso desencadena.