Fue hace diez años que Silvia Ortiz y Oscar Sánchez-Viesca decidieron formar el Grupo VIDA, junto con Eliana García y Silvano Cantún cuando coincidieron en uno de los salones anexos de la parroquia de San José, aquí en Torreón. En esa ocasión los reunió el deseo de escuchar una charla sobre la Ley General de Víctimas, lo que a su vez fue aprovechado por estos cuatro asistentes para iniciar el grupo que pretendía simplemente justicia, algo que demandaban familiares de víctimas de homicidio, secuestro y otros delitos.
El Grupo VIDA nació en 2013 pero ya para entonces Silvia y Oscar llevaban 11 años buscando a su hija Silvia Estefanía (Fanny), desaparecida en 2004 en Torreón y sin que. hasta la fecha, se sepa su paradero. El próximo año se cumplirán veinte años desde que Fanny fue arrancada de su vida familiar, dos décadas que sus padres y su hermano han dedicado, infructuosamente, a buscarla en prisiones, cementerios y en tumbas clandestinas. Su desaparición antecede al período en que el narcotráfico sentó sus reales en la Comarca Lagunera, particularmente en Torreón y Gómez Palacio, cuando la violencia, en todas sus manifestaciones, se disparó a niveles que nunca se habían visto en la región.
Muchas cosas han pasado desde 2013, muchos jóvenes han sido rescatados por el Grupo Vida de manos de grupos policiacos que los han detenido simplemente por ser jóvenes y pobres. Incapaces de cumplir con su misión de prevenir el secuestro, se ensañan con aquellos que no tienen contactos políticos ni dinero que les permita evitar su arbitraria detención. Así, aparte de cuidarse de los criminales sin uniforme también hay que cuidarse de quienes ostentan el lema de “Para proteger y servir”, y quienes mejor lo pueden atestiguar son precisamente “Las buscadoras”, como también se conoce a los colectivos de familiares que buscan a sus desaparecidos.
En estos diez años el grupo VIDA también ha ubicado 27 campos de exterminio, sitios en los que los criminales ultimaban a sus víctimas o donde los sepultaban. Sitios que nunca fueron encontrados por las autoridades, justamente porque son quienes menos interés han mostrado por acabar con la impunidad que ha hecho del secuestro y asesinato delitos sin castigo. Lo que mas se obtiene es la apertura de una llamada “carpeta de investigación”, misma que suele archivarse junto con otras similares sin que, en los hechos, implique ninguna actividad en torno a la búsqueda de los desaparecidos.
A esos colectivos debemos transformaciones en el marco legal, tanto a nivel estatal como en el ámbito federal. También se debe a su persistencia y empuje la creación de entidades como las Comisiones de búsqueda e, incluso, el apoyo logístico para que los colectivos realicen acciones de exploración que en realidad corresponden a las autoridades. El desgastante rastreo que estas incansables hacen ha permitido la localización de miles de restos humanos que, a su vez, las ha motivado a exigir al gobierno la creación de laboratorios especializados en la identificación de fragmentos de osamentas humanas.
Según Silvia, el mayor logro del grupo VIDA ha sido el poner a trabajar a la burocracia judicial, algo que a burócratas y policías parece molestarles pues en lugar de perseguir secuestradores y buscar desaparecidos, se dedican a hostigar y agredir a familiares de víctimas de secuestro, algo que recurrentemente sucede a Silvia, a su esposo y a su hijo. El más reciente incidente ocurrió el domingo 19 de noviembre cuando, al regresar de Gómez Palacio, fueron agredidos por la Policía Especializada de Coahuila. Ya prometió el gobernador Riquelme castigo a los responsables.