UN FRUCTÍFERO SEXENIO CON MARS
Definitivamente, desde el inicio de su gobierno, Miguel Riquelme, no tuvo un día de campo.
Es más, desde que obtuvo el triunfo, la oposición, lo que no hizo antes de la elección, lo hizo, cuando Riquelme, resultó ganador: se unieron todos, para impugnar los resultados, por cierto, con mucho apoyo ciudadano, como fue mostrado en los mítines y movilizaciones, en gran parte del Estado, a grado tal, que, un día, platicando con Miguel, me dijo que estuvieron a un milímetro, de que el resultado se cayera y, tuvieran que reponer la elección. Esta fue su primera prueba.
Al asumir el gobierno, Riquelme, se enfrentó, con el acoso de los acreedores de la millonaria deuda que le habían dejando sus antecesores, lo que impidió, comenzar con bombo y platillo, su administración. Fueron meses de vacas flacas y, solo con el manejo eficiente y efectivo del presupuesto, fue que pudo hacer frente a todos los compromisos.
Pero el reto más grande, que digo grande, extraordinario, fue el acoso permanente, del crimen organizado, que no le daba respiro para gobernar con tantos sobresaltos.
Fue entonces, cuando el Gobernador, implementó, lo que se llamaría, el “Modelo Coahuila”, que consistió, en combatir y expulsar a los criminales del Estado. Estableciendo filtros y fortaleciendo a las áreas más conflictivas, estrategia muy efectiva que, ahora, con el apoyo del ejército, la marina y la policía federal, fue reforzada y ha probado su efectividad, pues los criminales, han hecho muchos intentos para meterse a la entidad y, en todos los casos, han sido repelidos y frenados.
La llegada al poder de López Obrador, también, significó una prueba de fuego, que Miguel Riquelme, sorteó con talento. Recuerden, que en sus visitas a los estados gobernados por la oposición, el mismo AMLO, alentaba a sus seguidores, para que en los eventos públicos, agredieran con rechiflas y fases soeces al anfitrión y, Riquelme, desde la primera vez, con mucho colmillo, encaró a los agresores frente a su líder y, de ese modo, se blindo.
Luego fueron los recortes al presupuesto y al retiro de programas, lo que significó, un verdadero reto para el Gobernador, pues con ahorros y muchos esfuerzos, hizo frente a esas medidas, saliendo airoso en sus encomiendas.
Para fortuna de Riquelme, la seguridad y la paz en el Estado, propició la llegada de inversiones privadas, nacionales y extranjeras, lo que dio impulso a las diferentes regiones de Coahuila y, con recursos propios, el gobierno de Riquelme, construyó, importantes obras de infraestructura en todo el Estado, y hasta el último día de su mandato, no se dejaron pendientes.
El nuevo gobernador, Manolo Jiménez, recibe un Estado, con la vara muy alta.
Se tiene confianza de que, con su juventud y experiencia propia y la que acumuló en los años de Gobierno de Miguel Riquelme, habrá, no sólo de seguir por el mismo rumbo, sino que, estoy seguro, que lo superará.
El informe que presentó Riquelme, fue realmente sobresaliente. Reconocido por todos los sectores sociales y demostrado con las obras que habrán de quedar para la posteridad.
Miguel Ángel Riquelme Solís, ya tiene ganado un lugar en la historia de Coahuila y le espera un prometedor futuro.
Ya sea que busque llegar al Senado -que seria el paso más obvio-, o esperar a las elecciones del próximo año, en las que, desde mi punto de vista y mi humilde experiencia, Morena no repetirá otro sexenio y, entonces, Riquelme, tendría, cualquier cosa que pidiera.
Vienen tiempos cruciales para el destino de México, pues de ganar Morena, o sea, AMLO, el futuro de México sería muy incierto. Pero siendo optimista, creo que las cosas tomarán su rumbo y veremos, nuevamente, con mucho optimismo, los años por venir.
Suerte, amigo Miguel Riquelme; bienvenido, Manolo Jiménez.