“La ambición es canija
y más cuando se trata
de política en México.”
José Santiago Healy
Cada seis años sucede, surge la ambición de ser el próximo presidente de México, gobernador, legislador o edil, siempre y cuando sea como lo mandatan las leyes, códigos y reglamentos; mediante un partido político autorizado, en forma coaligada, o bien, como candidato independiente, previamente autorizado por el árbitro electoral correspondiente.
De sobra es conocido que existen dos contendientes en el primer caso, que ya han tomado la ventaja de forma excepcional, y por primera vez son del género femenino en ambos casos: la oficialista, Claudia Sheinbaum, y Xóchitl Gálvez, por la coalición de tres partidos políticos.
Sin embargo, está pendiente la posible participación de otros dos candidatos, incluyendo uno independiente si es que cubre los requisitos necesarios para poder contender.
Hasta el momento de redactar esta colaboración, se manejaba que el abanderado del partido Movimiento Ciudadano, podría ser el ex Canciller, Marcelo Ebrad, pero que también se anotaba el gobernador de Nuevo León, Samuel García, siempre y cuando resuelva el lío de dejar su puesto a quien le impone el Congreso de esa entidad.
Por otra parte, aparece como posible aspirante independiente a la presidencia de nuestro país, Eduardo Verástegui, quien fuera dirigente del desaparecido Partido Encuentro Social (PES), afirmándose que cuenta con el apoyo moral y económico del partido de extrema derecha español, VOX.
El Instituto Nacional Electoral (INE) reportó oportunamente que 21 ciudadanos aspiraban a ser candidatos, pero el 7 de septiembre se cerró la convocatoria y solamente seis de ellos quedaron debidamente registrados.
Aparte de Verástegui, se inscribieron, Ulises Ruíz, ex gobernador de Oaxaca (expulsado del PRI); Hugo Eric Flores (ex dirigente del PES); César Enrique Asiain del Castillo, apoyándose de la asociación denominada “Candidato César Enrique Ciudadano, A.C.” Rocío Gabriela González Castañeda, argumentó estar respaldada por una A.C. que lleva su nombre, en tanto que María Ofelia Edgar Mares, por la organización “Tribu de la Vaca Morada” (sic).
Es conveniente aclarar que cada aspirante independiente deberá presentar en el INE un aval 960,000 firmas de ciudadanos, lo cual se antoja difícil de obtener.
Ahora bien, en las elecciones de 2024 se incluyen la renovación de nueve estados (incluyendo la jefatura de la CDMX), Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán; y en algunos casos, legisladores federales y locales, así como ayuntamientos de algunas de esas entidades federativas.
La rebatinga ya se está dando en todos lados, especialmente al interior de los partidos contendientes, pues todos quieren quedar en el cargo al que aspiran, haciendo valer el dicho político de que “no hay que quedar fuera de la nómina, pues equivaldría a vivir fuera del error”.
El “chapulineo” también se está dando en todos los partidos, sean el oficialista Morena, en el Partido Revolucionario Institucional, y el Partido Acción Nacional, principalmente.
Como muestra mencionaremos los casos más recientes, ocurridos en Morena, donde se supo de la renuncia de la senadora por Campeche, Cecilia Sánchez (la que por cierto es nativa de Torreón, Coah.); Lucía Meza Guzmán y Martha Lucía (Malú) Micher, quienes al parecer van a apoyar a Marcelo Ebrad, como candidato de Movimiento Ciudadano (MC), pues al parecer el 3 de noviembre renuncia al partido Movimiento de Regeneración Nacional.
Desde tiempo atrás, se han dado otras renuncias significativas o al menos llamativas, saliendo del partido político al que pertenecieron, para afiliarse a otro diferente, cuya decisión anunciaron ser voluntaria, aunque en realidad obedeció a que les ofrecieron apoyarlos un partido diferente al suyo en sus aspiraciones a tal o cual cargo público.
La realidad es, como dijo José Santiago Healy: “La ambición es canija y más cuando se trata de política en México.”