Nunca en la historia del Poder Judicial de la Federación, sus empleados “de a pie”, habían bloqueado las calles para manifestarse en contra de una autoridad, como lo hicieron el pasado 17 de octubre en algunas ciudades del país como Torreón; pues siempre habían tenido miedo a sus jefes Jueces de Distrito, Magistrados Unitarios y Colegiados de Circuito y Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación SCJN, de expresarse públicamente en montón y no osaban siquiera proferir una palabra o expresar un gesto de rebeldía, pues temían perder su trabajo.
Por eso causa mucha extrañeza que ahora sí, perdiendo su vergüenza y olvidándose del qué dirán hayan salido de sus torres de marfil para hacer lo que a sus jefes les hace el pueblo reclamarles la falta de dictar sentencias prontas y expeditas, por no amparar al pobre pueblo que traen a vuelta y vuelta mendigando justicia, por proteger solo a los pudientes, por ganar los jueces, magistrados y ministros estratosféricos sueldos, prebendas, emolumentos y sinecuras; pero nunca el pueblo protestará jamás contra los trabajadores de base, sindicalizados o de confianza que no ganan ni el 5% de todo lo que perciben sus mencionados jefes inmediatos, pues esos empleados también son pueblo, y además son los que le hacen todo el trabajo a sus superiores.
El pretexto es la desaparición de 13 de los 14 fideicomisos que desde fines del siglo pasado el Poder Judicial de la Federación, había logrado de anteriores Presidentes de la República, para que los ministros de la SCJN, los manejaran a su antojo, despachándose con la cuchara grande; acordada en la Cámara de Diputados, faltando la aprobación del Senado de la República, para que entre en vigor y en consecuencia devolver los quince mil millones de pesos, como parte de los fondos de esos fideicomisos, a la Tesorería de la Federación; con lo que el Poder Ejecutivo Federal, puede hacer obras y servicios públicos.
A los únicos que la extinción de esos fideicomisos les puede afectar es a los jueces, magistrados y ministros, porque ya no se les comprarán casas, ni se les pagarán choferes para ellos y sus esposas, ni seguros médicos de gastos mayores, ni se les proporcionarán automóviles último modelo, ni se les cubrirán los gastos de su personal doméstico, ni el pago de celulares; y sobre todo que ya no se les otorgarán pensiones multimillonarias vitalicias cuando se retiren; siendo los más perjudicados con todo esto los 11 ministros en funciones y los 22 ministros en retiro.
Por eso azuzaron a los trabajadores “de a pie”, para que protestaran públicamente contra la extinción de los 13 fideicomisos; utilizándolos de ariete.