Tras años de esfuerzo y trabajo sinfín, el matrimonio labra su destino trabajando, edifican un hogar, un negocio, un espacio, acumulando logros, creando su propio legado.
Pero aun en el éxito, a veces se observan a los hijos que ambicionan teniendo lo que lograron sus padres, están cegados por la ambición.
Piensan que lo que tienen no es suficiente y persiguen la riqueza que no fue ganada por ellos.
No quieren deudas de sus padres, solo exigen la herencia anticipada. La relación entre padres e hijos se ve afectada cuando hay un testamento de por medio, recordemos que el amor es la verdadera herencia.
El tejido de la sociedad es la familia y su legado es solo de amor, el corazón y el tiempo son el bien más preciado.
Así que agradezcamos por lo que se nos dio, por el amor que nos dieron nuestros padres en cada paso de nuestra vida.