Arrancamos… Hoy definimos al despotismo (junto con la dictadura y el totalitarismo) como una forma de gobierno. Esto hubiera horrorizado a los antiguos griegos, cuya misma identidad (y sentido de superioridad sobre otros pueblos) estaba basada en distinguirse del despotismo perpetuado por sus vecinos orientales. Lo que este contraste revela es que la política es tan esencial a nuestra civilización que su significado varía con cada cambio de la cultura y las circunstancias del momento. Por esta razón el primer paso en el intento de entender lo que es la política debe ser el de liberarnos de las irreflexivas creencias del presente. Uno de los objetivos de este análisis es explicar cómo lo que era una actividad limitada dirigida por las elites de algunos países occidentales se convirtió en lo que hoy se cree que es una preocupación ineludible de la humanidad. Debemos poner atención, en primer lugar, en el valor que los griegos clásicos concedían a la política. Lo que los griegos sabían, sobre todas las cosas, es que ellos no eran orientales. Con frecuencia admiraban las magníficas culturas de imperios orientales como Egipto o Persia, pero habitualmente despreciaron la forma en la que estaban gobernados. Solían llamar despotismo a este sistema extranjero porque no se diferenciaba de la relación de un amo con sus esclavos. Como guerreros, los griegos desdeñaban la práctica en la que los súbditos se postraban ante la presencia de un gobernante oriental: les parecía una muestra de desigualdad intolerable entre los ciudadanos y sus gobernantes. Más de dos mil años después nosotros hemos heredado casi el mismo rechazo reflejo hacia la postración, en parte porque el simbolismo de la postración se ha convertido en la imagen con la que la cristiandad reconoce la distancia entre lo humano y lo divino. Cuando discutimos estos temas, casi siempre utilizamos la palabra de origen latino "dominación". El griego despotes y el latín dominus se refieren ambos, a la forma específica de poder que ejerce el amo sobre los esclavos. El uso moderno de "dictadura" y la acuñación en el siglo XX de "totalitarismo" están entre los muchos signos recientes de la importancia que sigue teniendo la política en el conocimiento de nosotros mismos. MI VERDAD.- La esencia del despotismo es que no hay apelación, ni en la costumbre ni en la ley.