En lo que va del presente siglo se han acelerado los ataques a instituciones fundamentales para el buen funcionamiento de la vida comunitaria como la educación, la participación ciudadana, la salud y la seguridad.
Los enemigos de la buena educación, como de la participación, la salud y seguridad se ocultan bajo diversas caretas casi todas protegidas por la ONU y sus filiales como la organización mundial de la salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y otras más que están integradas por individuos sin escrúpulos que intentan imponer su ideología de exterminio de la raza humana, por todos los medios a su alcance, a las naciones del mundo.
Sus objetivos, establecidos en la agenda 2030, son reducir la población a través del aborto y la anticoncepción, la homosexualidad de hombres y mujeres, monopolizar los alimentos acabando con los pequeños propietarios y los ejidos para entregar la tierra a los grandes consorcios mundiales de alimentos, desaparecer la educación introduciendo el error, la mentida y la falsedad con ideología que desean presentar como ciencia, control del agua por grandes compañías para generar dependencia y sometimiento de los pueblos, regular la energía eléctrica para controlar grandes sectores de las empresas privadas, permitir y fomentar la explotación laboral, esclavizar a la población por medio de imposición de numerosos impuestos y actividad fiscalizadora, acelerar la revolución tecnócrata y el transhumanismo y finalmente imponer leyes únicas para todos los países.
Sabemos que es a través de la educación como se perfecciona la naturaleza humana al desarrollar todas sus facultades corporales y espirituales para llevar a alcanzar su máximo humanismo. Por este motivo desean desvirtuar los sistemas educativos de los pueblos para mediatizar al hombre y volverlo esclavo de vicios y pasiones que en poco tiempo lo destruirán.
Los pueblos con mayor buena vida son aquellos donde se da muy alto el porcentaje de participación de sus habitantes en la tareas de gobernar y de responsabilizarse moralmente por el bien común. Las mentes criminales mencionadas luchan por llevar al pueblo a una vida somnolienta, mediocre, egoísta, desinteresada, anodina y así gobernar sin contrapesos e imponer sus leyes antihumanas a la sociedad.
Los pueblos sanos son aquellos donde hay mayor disposición al trabajo intelectual y físico, desarrollan la inventiva, la creatividad, la técnica y la ciencia, son los grandes productores de los satisfactores (bienes y servicios), no solo de su pueblo, sino para otras naciones. Los contrarios a la mexicanidad y a la salud están socavando las instituciones que garantizan la Seguridad Social al que por derecho humano y constitucional gozan todos y cada uno de los mexicanos, estén o no inscritos en el IMSS o ISSSTE, y su última aventura es derogar los protocolos de salud que están garantizados en la Ley General de Salud de México, de tal suerte que los mexicanos quedan en desamparo y en manos de prácticas médicas improvisadas.
Sembrar el pánico, mantener a la población en la zozobra, alentar a todo tipo de criminal así como toda actividad nociva para los mexicanos es otra de las tareas que promueven y auspician los antimexicanos, Ya nadie debe exigir o demandar seguridad para su persona, su familia, sus bienes y patrimonio, hay que acostumbrar (domesticar) al pueblo para que todos los días bese las armas con que será mutilado y asesinado.
Estos enemigos externos e internos llevan su plan de destrucción de la nación mexicana muy adelantado, se sabe porque las evidencias son numerosas y muestran los efectos dañinos de su aplicación; mala educación, baja participación ciudadana en los asuntos públicos, mayor mortalidad de enfermos y mínima seguridad para la población.
Los remedios son muchos y ninguno funcionará si primero y con urgencia en cada mexicano viable no tiene conciencia de su nacionalidad y trabaja constante y permanentemente de manera solidaria en favor de hacer el bien y evitar el mal a su pueblo. Lector usted dice la última palabra.