Cuando quien escribe se enfrenta a la situación donde la gente no está de acuerdo con la forma que escribir los escritores.
Puede resultar desafiante y al mismo tiempo frustrante cómo el escritor se enfrenta día con día con gente que ya no le gusta leer, haciéndole al escritor una tarea nada fácil.
Pero también está en el escritor defender sus pensamientos e ideas, porque al no hacerlo el que escribe no tiene su propia identidad.
El diálogo abierto y respetuoso que tiene el escritor con el lector ha de servir para que fluyan.
El escritor, cuando redacta algo que viene de su corazón, lo hace para crecer como ser humano.
He aprendido a través de los años, es que quien escriba no lo puede hacer para destruir a alguien o la sociedad.
Mientras lo guie el Señor no puede escribir nada malo. Podemos aprender de todo lo que se enriquece el escritor a través de los años, pero si el lector no lo hizo junto con él, nada ha valido la pena.
La empatía es fundamental tanto para el escritor como para el elector, y así comprender que uno no vivirá sin el otro.
La lectura no hay que verla como una barrera porque se puede viajar leyendo. Podemos aprovechar la lectura para aprender y crecer a través de los años.