Arrancamos… Se necesitaría una ciencia social responsable para averiguar en qué forma canalizar las tensiones sociales de modo que ayuden al crecimiento dinámico y la estabilidad, y cómo impedir que tensiones no dirigidas lleguen al extremo crítico de la frustración y la degeneración.
La tensión social es la causa, al mismo tiempo que el resultado, de profundas necesidades y frustraciones individuales.
Esta relación cíclica propende a ganar fuerza por sí misma hasta llegar a un punto crítico en que aparece una situación de fricciones, conflictos o periódicas agresiones violentas.
La estabilidad de la sociedad puede reflejar el equilibrio interno del organismo social o el de potenciales fuerzas opuestas.
La tensión social puede comenzar como conflicto previo lento y competencia por la prioridad en la satisfacción de las necesidades.
Puede considerarse como un estado de desequilibrio en que fuerzas competidoras luchan por ganar poder o hegemonía, con lo cual amenazan con aumentar la frustración de algunos, y perturban el equilibrio funcional del organismo social.
El estudio científico de las tensiones sociales habría de explorar no sólo la estática y la dinámica de la estructura del poder en una sociedad, sino también -lo que parece aún más fundamental- la psicología de la motivación humana.
Una transición lógica y sistemática hacia una investigación más empírica del problema consistiría en descubrir índices objetivos de una tensión perjudicial.
En los síntomas más patentes de desorganización social ya reconocida, en la familia, la comunidad, la nación y la comunidad internacional; los científicos sociales encontrarían un lugar para comenzar. Por ejemplo:
1.- La inestabilidad de las relaciones familiares, reflejada por el alto número de divorcios y abandonos y por problemas que afectan el bienestar de los niños, parece estar relacionada con tensiones sociales.
2.- El crimen, la delincuencia juvenil, las neurosis y las psicosis pueden ser manifestaciones de desintegración de la personalidad, cuya causa, entre otras, es el bombardeo de las presiones sociales sobre el individuo.
3.- Los conflictos entre grupos, como las fricciones raciales y religiosas, los problemas laborales, los conflictos políticos intensos, son síntomas bien conocidos de enfermedad social fundamental o de nacientes cambios sociales.
Pero el que tales conflictos sean síntomas de deterioro o de eventuales cambios positivos podría estar en relación con la naturaleza y estructura del conjunto de la sociedad.
Su existencia en una sociedad marcada por estridentes diferencias cristalizadas en privilegios entre grupos económicos, sociales y políticos -próxima a la rigidez de un sistema de castas- indicaría una situación patológica.
Es razonable suponer que las tensiones sociales reflejan profundas perturbaciones del sistema, y no la inminencia de cambios sociales positivos, cuando algunos miembros de determinada sociedad poseen más que suficiente para satisfacer sus necesidades materiales básicas y de posición y prestigio, mientras otros carecen aun de lo más indispensable para llevar una vida humana.
4.- En el plano internacional, las luchas crónicas por el poder indican así mismo una tensión social fundamental y de creciente importancia.
Si se permite que tales crisis evolucionen sin sujeción a leyes, sin control, inevitablemente acabarán por conducir a la catástrofe de la guerra, la más dramática manifestación de la ignorancia del hombre respecto a las fuerzas psicológicas y sociales que amenazan su existencia y de su incapacidad para controlarlas.
Sin embargo, comprender la índole de las tensiones no significa conocer su dinámica ni su génesis, pese a lo cual, tal conocimiento es probablemente necesario para la solución. MI VERDAD.- El científico social debe relacionar lo que ha aprendido en un campo con lo que sabe acerca de otro, si quiere entender el origen y naturaleza de las tensiones sociales.