Arrancamos… Las estructuras de un país sólo evolucionan hacia la inclusión total por una fuerza que viene desde abajo. En ese sentido sólo la visión marxista explica acertadamente el proceso de progreso social. El feudalismo es maravilloso si uno es el señor feudal, la monarquía es perfecta si uno es noble, y bujo ninguna circunstancia se busca que eso cambie; esas fuerzas de cambio necesariamente vienen de abajo. Los de arriba siempre han tenido discursos que justifican el estar arriba, es así desde el inicio de la civilización; y cuando los de abajo comienzan la lucha de clases, también han tenido siempre un discurso, que, con diferentes formas, ha girado en torno a la justicia social y la igualdad. Pero en general no es que les moleste la estructura de explotación, sino ser los explotados; no es que estén en desacuerdo con la desigualdad, sino que no les gusta el lugar que les tocó en esa ecuación. Los de abajo siempre han luchado por igualarse con los de arriba, nunca ha ocurrido en sentido contrario. El mejor ejemplo histórico de esta realidad lo vemos en el pro ceso que va de la Revolución francesa a la soviética. En el siglo XVI. el de la llamada lustración, los burgueses ilustrados desarrollaron teorías que justificaban derrocar a las monarquías para empoderare a sí mismos; dichas teorías están basadas en la soberanía popular en contra de la divina y en la manifestación de esa soberanía a través de la democracia. Es la época de las teorías de pacto social. Libertad, igualdad y fraternidad, decían los revolucionarios franceses, pero la libertad de la que hablaban era el liberalismo económico, la fraternidad era entre ellos hasta lograr sus objetivos, y la igualdad que buscaban era precisamente la de igualarse ellos, los burgueses, con los nobles... nunca fue igualar a los de más abajo con ellos. En su momento la burguesía fue una clase social en búsqueda del poder, una clase social esencialmente revolucionaria, los de abajo tratando de subir. Todo revolucionario quiere que las cosas cambien, y el cambio fundamental que busca es llegar al poder. En ese momento deja de estar bien vista la revolución, es la triste historia de todas las revoluciones. Una vez derrocada la monarquía francesa, los burgueses en el poder no veían con buenos ojos que el proletariado siguiera luchando y pidiendo su parte en la libertad, la igualdad y la fraternidad. Los de abajo luchan por subir y los de arriba por no ser desplazados. Ésa es la lucha de clases. Si los de abajo buscan subir es porque abajo no se está bien, porque las condiciones son terribles, porque los abusos son muchos, porque la injusticia es excesiva. De no ser así no pelearían. Pero eso siempre ha conllevado un tema fundamental: los que suben en general vienen arrastrando mucho rencor, y ese rencor, convertido en poder, generalmente se traduce en venganza, y en una sociedad basada en la venganza siempre estará latente la nueva revolución. La venganza es una prisión social. Si los que acceden al poder no logran soltar el rencor que en su momento fue su aliciente, la guerra siempre seguirá y la injusticia siempre prevalecerá. Los de abajo, una vez que están arriba, dejan de hablar de igualdad; los rencorosos, una vez en el poder, buscan venganza. MI VERDAD.- Muchos pueblos han entendido eso y han salido de esa prisión. En México no parecemos haberlo comprendido aún.