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Parecía el final inminente del PRI como gobierno en Coahuila, el gobierno federal soltó un as que asustó a los dueños del poder político en la tierra de dinosaurios, Ricardo Mejía Berdeja comenzó a ganar adeptos, popularidad, apoyo de morenistas y ciudadanos cansados de ver a los mismos amigos y familiares en el poder estatal, si bien es cierto como Estado tenemos índices de desarrollo que otros Estados quisieran, también desgasta ver a los mismos de siempre brincando de un puesto a otro en un reparto de pastel político entre camaradas y amigos, por ello el subsecretario representaba una seria amenaza para el inveterado grupo de amigos. Mejía Berdeja no se manda solo, como segundo al mando de la seguridad pública tuvo que tener la venia presidencial para operar como aspirante en Coahuila con todo el despliegue mediático y sus visitas y carnes asadas en las diversas regiones de Coahuila a la par de su trabajo en el área de seguridad pública. Soplaban vientos de cambio, pero de pronto, como en todo juego político, las cosas cambiaron vertiginosamente, en una de esas encuestas estilo “morena”, de esas que nadie sabe quién las aplica ni a quien llaman ni cuándo lo hacen, el rival más débil de la terna morenista representada por Mejía Berdeja, Armando Guadiana y Luis Fernando Salazar resultó ser el ganador el Senador Guadiana, caracterizado por ser derrotado ya una vez como candidato a gobernador y como candidato a la alcaldía de Saltillo; sorpresivamente resultó ganador sin haber asistido a ninguna sola carne asada, cabalgata y sin propaganda mediática como el subsecretario o Luis Fernando Salazar que no paró de recorrer Coahuila en su promoción personal. ¡¡Increíble!! Sin mover un solo dedo se llevó el apoyo de la militancia morenista. Ante los resultados, Luis Fernando Salazar aceptó la derrota por conveniencia política, pero Mejía no, tampoco los miles de simpatizantes morenistas que sin duda lo apoyaban, inmediatamente publicó un video manifestando su inconformidad y con el paso de los días hemos llegado a lo que se esperaba: su renuncia al bando morenista, su ilusión fue tanta que ahora busca un partido morralla que cobije sus pretensiones, que alimente sus esperanzas y las de sus seguidores, que le regrese la posibilidad de ser el que ponga fin al reinado priista en Coahuila, pero sin el efecto AMLO difícilmente lo va a lograr. El subsecretario se ha rebelado contra el sistema del cual se ha servido durante años, no aceptar los resultados de las “encuestas telefónicas” lo vuelve un traidor a la cuarta transformación, o mejor dicho, a la extensión priista llamada morena. Todo indica que al final hubo una oscura negociación y había que ceder Coahuila o el Estado de México, y para efectos electorales, Coahuila es NADA comparado con el Estado de México y nuestro Estado se volvió moneda de cambio. Los verdaderos morenistas están lastimados, si saben usar la resiliencia se levantarán y apoyarán al senador, y tal vez así tengan una oportunidad, de otro modo, la elección ya está definida y se acabará esa frase que dice que “no hay mal que dure cien años”.