Consultor y Analista internacional
en Seguridad Pública, Inteligencia
y Defensa.
Redes sociales: Eddy Granny
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Ha iniciado el Mundial de Fútbol y no solo se juega con un balón, sino que miles de intereses políticos, financieros y sociales están en juego. Y es que simplemente hay más países afiliados a la FIFA que a la propia ONU. Sin embargo, esta misma organización también ha desatado una tempestad política, destacando los dilemas morales, comerciales y geopolíticos que dan forma al mundo moderno. Hasta ahora, el torneo ha sido consumido por más controversias fuera del campo que las causadas por el errático sistema de revisión de video, VAR, que ha enfurecido a los seguidores. Las disputas sobre el hecho de que la FIFA frustró un intento de los equipos europeos de apoyar la diversidad, los derechos de las mujeres, el trato a los trabajadores inmigrantes que construyeron los estadios con aire acondicionado en el desierto y la disponibilidad del alcohol en la nación musulmana estallaron desde antes del partido inaugural. Los dramas revivieron las sospechas de que un deporte que se presenta como abierto a todos ignora los derechos humanos y la represión política en Qatar por cuenta de las riquezas petroleras de su anfitrión, en una nación con poca conexión cultural o histórica con el deporte rey. Ahora que los goles han comenzado a llegar, incluidos dos para Arabia Saudita con su victoria sobre la Argentina de Lionel Messi, la FIFA espera que la política se convierta en un espectáculo secundario, incluso entre los espectadores moralmente conflictuados al ver a su equipo en tales circunstancias. Pero la trama política secundaria también hace que se corra el riesgo de una debacle de relaciones públicas. Y las críticas del aficionado al fútbol y secretario de Estado de EE.UU. Antony Blinken sobre la prohibición de que los jugadores usen brazaletes de inclusión LGBTQ+ "OneLove" este martes convirtieron un espectáculo deportivo en una disputa diplomática internacional. Una de las cosas más poderosas del fútbol es su potencial para unir al mundo. Siempre es preocupante desde mi perspectiva cuando vemos restricciones a la libertad de expresión. Es especialmente así cuando la expresión es por la diversidad y por la inclusión. Y, a mi juicio, al menos, nadie en el campo de fútbol debería verse obligado a elegir entre apoyar estos valores o jugar para su equipo. La FIFA había provocado esta tormenta política con la elección de la sede de la Copa del Mundo, pero cuando eliges el país, eliges las consecuencias, que las habrá y muchas. Al tiempo…