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Los senadores han finiquitado el trayecto de la iniciativa presidencial de manera positiva para el presidente, no sé si para el resto de los mexicanos, pues el horario de verano ha llegado a su fin y el domingo 30 de octubre fue la última vez que ajustemos el reloj, es decir, ya no lo volveremos a adelantar, con excepción de la franja fronteriza. La iniciativa presidencial partió de dos premisas fundamentales: la salud de las personas y el nulo ahorro de energía. La ley de usos horarios entró en vigor en el sexenio de Ernesto Zedillo en 1996 y determinó adelantar el reloj una hora cada abril y retrasarlo a finales de octubre de cada año con el pretexto principal de aprovechar la luz del sol y ahorrar energía eléctrica, lo cual cobró relevancia años después dentro de las estrategias para combatir el cambio climático mediante el ahorro de energía. 26 años después, el gobierno federal nos dice que el ahorro de energía ha sido insignificante, de menos de un 1%, lo cual no sostiene la hipótesis de la ley aprobada en el sexenio zedillista por lo cual, sosteniendo argumentos médicos que señalan desajustes en el reloj biológico de las personas que afectan la salud, los legisladores han decidido establecer un horario estándar en todo el país, con la excepción antes mencionada. El argumento de la afectación a la salud señala alteraciones al ritmo cardiaco que controla el sueño y la falta de sueño es causa de diabetes tipo II, depresión y ataques cardiacos. En lo personal, no recuerdo haber sentido afectación alguna con el cambio de horario a nivel corporal, lo cierto es que oscurece más temprano y hay quienes argumentan que a mayor oscuridad mayores índices delictivos, la verdad es que no conozco un estudio serio que respalde esta teoría de los delitos según la cantidad de iluminación, lo que sí es una realidad, es que la idea de que exista una zona con horario estacional como lo será la franja fronteriza supone un serio dolor de cabeza para quienes deben trasladarse seguido a dicha región, pues deberán tener siempre en cuenta la disparidad horaria por causas comerciales con los Estados Unidos, que, por cierto, hay que señalar que en los Estados Unidos ya se planea dejar fijo el horario de verano mediante la Ley de Protección Solar que el senado aprobó y que ahora se dirige a la cámara de representantes, lo cual fijaría definitivamente un horario de verano definitivo en el extremo norte de nuestro país y un horario de invierno fijo en el resto de México. No se trata del clásico argumento de sumisión ante los Estados Unidos, sin embargo, se dejó de pensar en los miles de habitantes que diariamente se trasladan de municipios fuera de la franja fronteriza como Allende a la ciudad de Piedras Negras y viceversa; lo cual sin duda los afectará, además, la relación comercial con los Estados Unidos debió haber sido un impulso para alinearnos por intereses monetarios a la ley de protección solar que ellos impulsan y que supone la permanencia del horario de verano; el cual, como padre de familia, me gustaba más, porque había más luz que aprovechar con las familia hasta las 9 de la noche, lo cual sin duda ya no será así, de la misma manera, salir a ejercitarse se vuelve más peligroso entre más oscuridad haya. Tal vez, en esta ocasión, el presidente debió implementar la consulta popular y preguntarnos si queríamos tardes más iluminadas o tardes llenas de oscuridad.