LA HERENCIA DE LOS CARGOS PÚBLICOS 2
Uno de los grandes aciertos que instituyó el presidencialismo, con su brazo derecho, el Partido Oficial, fue resolver los cambios de poder sin sobresaltos. La disciplina, ante todo, era, el amalgama que evitaba que las ambiciones se desbordaran y que la unidad se fracturara.
Por eso, en el ritual del cambio de poderes en las cúpulas de la alta burocracia, los cargos de elección ya estaban destinados al grupo que venía empujando al nuevo gobierno. Así, cualquier brote de rebeldía, era sofocado con la entrega de algún cargo, una embajada, y así, todo se solucionaba.
El problema comenzó, cuando se empezó a manejar como un linaje divino, para los hijos, esposas, parientes y compadres, el derecho de heredarles los cargos o abrir espacios para asegurarles un lugar en el servicio público o en la política.
Esto vino a trastocar y a generar fricciones y rompimientos, porque hasta la fecha, la inclusión de millonarios que podían comprar una candidatura o tenían para financiar una campaña a un cuate, a cambio del pago del favor, propició la desbandada y la unidad se fue minando.
Y así es como se incorporan personajes, hijos, parientes y amigos de políticos influyentes y, es hora, que en la presente legislatura, se hayan colado los hijos de Ismael Hernández Deras, de Manlio Fabio Beltrones, la esposa se Rubén Moreira, quien por cierto, ya casi tiene amarrada la gubernatura de Hidalgo.
El PRI, ha caído en las manos de gente sin escrúpulos, oportunistas dispuestos a entregar al PRI a Morena, con tal de sacara adelante sus proyectos personales.
Estamos asistiendo a la debacle del PRI, desde que cayó en manos de ambiciosos, traidores y oportunistas.
Y todo esto, es lo que representa el flamante alcalde, Román Alberto Cepeda, que llega por obra y gracia de su estirpe y, por lo tanto, cree que no le debe nada a nadie. Con el agravante, de que, el ahora alcalde de Torreón, amagó con buscar una candidatura independiente, para presionar al ahora Gobernador, quien lo mandó por un tubo, obviamente, el amago no le funcionó a Román, porque, simple y sencillamente, nunca iba a dejar al PRI, sabedor, de que si sigue arriba de la rueda de la fortuna, podrá estar un tiempo abajo, pero llegará el tiempo en que vuelva a estar arriba.
Quien esto escribe, fui parte del flamante proyecto del “candidato independiente”, que del esquema que se trazó para hacer pública su renuncia al PRI, no pasó de ser unos garabatos en un papel.
A diferencia de otros renegados que se han ido del PRI para probar suerte por otros partidos, Román tenía mucho que perder, y él, siempre juega a lo seguro. Aunque en los casi 20 años que tiene incursionando en cargos públicos y de elección, no tenga nada, absolutamente nada que presumir; una iniciativa para enriquecer la vida del Estado; un programa que haya cambiado la vida de los más necesitados; una idea genuina para que haya sido ejemplo nacional, nada. Absolutamente, nada.
Como ya lo había mencionado, si no fue capaz de formar un equipo político en todo este tiempo, hoy, que le cayó del cielo la alcaldía, anda navegando para completar los espacios que faltan por cubrir en la administración, ¡A UN MES DE INICIADA SU GESTIÓN!
Por eso, ha recurrido a personajes de la iniciativa privada, a amigos y amigas que ni son del Municipio ni del Estado, así como hacer convocatorias públicas para el cargo de Contralor del Municipio, por ejemplo.
Que se recuerde, nunca había pasado esto en una administración municipal, al menos que yo recuerde.
Ah, pero eso sí, los ganones, son los políticos, viejos y mañosos de siempre, que ya van en la tercera generación de su parentela, chupando la sangre del erario. ¡Una verdadera tragedia!