POR: AGENTE 57
Arrancamos... SOCAVANDO DESDE ADENTRO.-
Cuando los tiempos no parecen conspicuos (sobresalientes) para los cataclismos revolucionarios y los intelectuales sienten, no obstante, que es imperativo efectuar cambios profundos en el manejo de la sociedad, pueden, en lugar de intentar ganar el poder para sí mismos, empeñarse en la tarea de convertir y aconsejar a los hombres en cl poder. Entonces, se esfuerzan por convertirse en guías espirituales, directores de conciencias o jefes de la plana mayor de los poderosos. Desesperando de que sus detallados planes puedan ser realizados directamente, conciben la idea de que quizá podrían moldear lentamente y a su gusto la realidad convirtiéndose en eminencias grises, en poderes tras el trono. Este impulso de influir en los hombres en el poder, caracterizó y caracteriza a muchos intelectuales, del mismo modo que se ha difundido entre los intelectuales dados a una visión más moderada de la sociedad, la idea de permanecer ahí donde no se ve, pero se siente. Charles Fourier, fue un hombre de imaginación terrible, que estaba convencido que él solo habría “vencido veinte siglos de imbecilidad política" y que, a él, las generaciones presentes y futuras, iban a deber la iniciativa de su “inmensa felicidad", hizo saber, de la manera más modesta que pudo, que estaría en su casa diariamente, a una cierta hora, para dar el consejo requerido. Los intelectuales cautos, por medio de la lenta infiltración en los puestos de gobierno, por medio de la penetración en el más alto servicio civil y los ministerios mayores, por medio del consejo cauto y la documentación cuidadosa, han logrado cambiar cl clima de la política e infundir en los gobiernos, la fe en una gran parte de sus planes detallados para un estado de bienestar. Los primeros "monopolios del cerebro" aunque nunca captaron totalmente la mente intensamente pragmática de F.D. Roosevelt, fueron parcialmente responsables de las muchas desviaciones arriesgadas de la tradición estadounidense que marcaron los primeros años del "nuevo trato". Los individuos particulares o aún los grupos de individuos, en ocasiones lograron inculcar sus ideas en los inicialmente renuentes y recalcitrantes directores políticos. Empero en la gran mayoría de los casos, sigue siendo cierto que la "unión de los forjadores de la política con los intelectuales, tiende a ser sucia, brutal y miope. Otra relación típica entre el poder y el intelecto es aquella en la cual los intelectuales modelan un sistema de símbolos, tejidos de ideas legitimantes, para revestir el uso del poder. Los intelectuales en tiempos actuales modelan justificaciones y crean sistemas de legitimación a fin de justificar nuevos sistemas de poder. Ahora bien; las sociedades tradicionales se gobiernan (gobernaban) por los eternos ayeres de las costumbres y los precedentes. Los regímenes que necesitan justificación ideológica, no son por supuesto, necesariamente revolucionarios. (Como éste que gobierna actualmente) Las contrarrevoluciones, las dictaduras personales y los nuevos regímenes que se dicen liberales, igualmente requieren legitimarse para mantenerse en el poder. Sin embargo, muchos intelectuales no necesitan desilusionarse para convencerse de la incompatibilidad que a la larga existe entre el poder y el intelecto. Se ven a sí mismo, como portadores de la conciencia de la sociedad, permanentemente alerta si fuera necesario, para bajar a la arena política a luchar contra los que detentan cl poder. En las sociedades liberales, como se supone que es la nuestra, algunos intelectuales que no están en las esferas del gobierno se consideran en movilización permanente. Tienden a interesarse en los asuntos políticos públicos, solamente en las situaciones de tensión y tirantez particulares. Son solo eventos extraordinarios los que les movilizan y les hacen abandonar la quietud del estudio por el campo de la batalla política. Es durante tales coyunturas mayores en la política de un país o entidad, cuando este tipo de personas aparecen en escena como voceros de grupos de ideas y de ideales puestos en peligro por los hombres del poder. Sin embargo, la contraparte; los intelectuales que pertenecen a la casta divina, inmediatamente buscan atraerlos con las consabidas prebendas (subsidios, becas, posiciones políticas, secretarías, etc.). Notamos entonces cl curioso fenómeno de estos tipos, enajenados de su propia cultura, volviéndose hacia otra, en busca de un puerto espiritual y un lugar de comodidad. Es como si, por una alquimia curiosa, las cosas, ahora las ven de distinta manera. Las cosas que vieron como vicios, ahora son virtudes. Así es este asunto de la compra de conciencias. En todas las épocas y en todas las naciones, permea la compra de conciencias y la lucha por el poder. MI VERDAD: LA MEDIDA JUSTA DEL HIOMBRE ESTA EN LA DURACION DE SUS OBRAS