POR: MIGUEL ÁNGEL SAUCEDO L.
La UNAM, la Universidad de la Nación, es ahora el centro de atención por las severas críticas que le hace el presidente de la República. Que “se ha derechizado”, que “abandonó las mejores causas nacionales”, que “se volvió neoliberal” son, entre otras, las acusaciones que le hace AMLO y que, además, las hace extensivas a las universidades públicas del país. Son críticas muy dolorosas, en parte porque algo tienen de razón. Basta observar los planes de estudio para darse cuenta qué, sobre todo en las ciencias sociales, la perspectiva con la que se abordan los grandes problemas de la sociedad es, en gran parte, mediada por el mercado. La lógica de la oferta y la demanda se ha “naturalizado”, es decir, se ha infiltrado en nuestros esquemas de percepción de manera sutil pero potente, a grado tal que se ha construido en nuestra sociedad ese nuevo sentido común que privilegia al individuo por encima de la sociedad. Es la nueva “doxa planetaria”, como le llama Bourdieu a la ideología neoliberal.
Imposible que alguna institución o relación social escape a la influencia y paulatina colonización de las mentalidades, sobre todo si se impulsa desde las instituciones que justamente tienen como misión la construcción del sentido, como es el caso del Estado y de los medios de comunicación. Desde los años 80 el proceso de colonización de nuestras instituciones empezó justamente con el Estado que, partir del régimen de Miguel de la Madrid, inició una paulatina pero radical transformación. De Estado benefactor viró a Estado neoliberal, de medio de contención para evitar que el capital arrasara con el relativo bienestar de las clases trabajadoras, pasó a convertirse en el destructor de las instituciones creadas para salvaguardar las condiciones mínimas de subsistencia digna del trabajador.
En lo que se fiere a nuestras universidades, particularmente a la UNAM, es innegable que les afectó lo que podría llamarse el “síndrome de la caída del muro de Berlín”, es decir, que con el muro cayeron las certidumbres nacidas al amparo de la filosofía marxista y, consecuentemente, una parte de los fundamentos filosóficos que sustentaban a las ciencias sociales. Esto dio lugar a qué en muchas universidades mexicanas, particularmente en sus escuelas donde se estudian los asuntos relacionados con la sociedad, se diera un proceso en el que textos, autores y corrientes completas vinculados al marxismo fueron sustituidos por textos, autores y corrientes de pensamiento que abrevan en las ideas básicas del neoliberalismo como, por ejemplo, la idea de que el mercado es el mecanismo más eficiente para distribuir los satisfactores de las necesidades de los diferentes sectores de la sociedad.
Lo que hay que entender es que la universidad es un campo de batalla entre ideas, lo cual es natural, eso sí es parte de la esencia universitaria y, por tanto, habrá que entender que en ocasiones es un tipo de ideas las que caracterizan a la universidad, mientras que en otro momento será otro tipo de ideas las que imperen en las aulas universitarias. En todo caso, habrá que garantizar que ninguna idea esté prohibida y que todas las corrientes de pensamiento puedan fluir libremente en la docencia, la investigación y la difusión de la cultura, tal como sucede en la Universidad de la Nación, la UNAM, y es deseable que suceda en el resto de las universidades públicas.
Por eso es necesario actualizar profesores y planes de estudio que recuperen, como objeto de estudio, el fracaso del neoliberalismo y, por tanto, la necesidad de ahondar en la búsqueda de formas alternativas de pensamiento.