Torreon, Coah.
Edición:
18-Nov-2024
Año
21
Número:
927
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La gran reforma / 799


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Por:
Samuel Cepeda Tovar
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11-10-2021
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POR: SAMUEL CEPEDA TOVAR

http://enfoqueanaliticosct.blogspot.com

De entrada, suena bien; 54% del mercado eléctrico en México para la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y el 46% restante para las empresas particulares, se trata, según el presidente AMLO, de propiciar una verdadera competencia que no existía antes. El problema es que el servicio que actualmente presta la CFE es bastante deficiente, plagado de infraestructura endeble, en algunos casos obsoleta, con cobros excesivos y con una fama de ser agencia de colocación familiar en su planta laboral, por ello la idea de controlar un mayor porcentaje del mercado cerrándole el paso a la iniciativa privada que se caracteriza generalmente por su eficiencia, planta laboral meritocrática y cobros de acuerdo al consumo parece absurdo, suena a un retroceso. Desde luego que las condiciones de la “empresa productiva” son parte del legado de gobiernos anteriores que lamentablemente no son sencillas de erradicar, pero que la sola idea de mantenerlas es inquietante. Otro de los aspectos que en lo personal me parece positivo es el tema de la explotación del litio, que será exclusivo de la nación, pues durante años hemos visto como grandes empresas se llevan las riquezas de países en vías de desarrollo en contratos que solo benefician a empresarios y políticos, como el fracasado proyecto Aceite Terciario del Golfo que terminó en actos de corrupción y no trajo un solo beneficio para nuestro país, por eso me parece acertado el hecho del monopolio estatal sobre el aprovechamiento del litio, además de que otras concesiones como la explotación de oro y plata se mantienen sin modificación alguna. Otro aspecto es que se extinguirán la Comisión Nacional de Hidrocarburos y la Comisión Reguladora de Energía y el Centro Nacional de Control de Energía pasará a formar parte de la CFE. Desde luego que la oposición ha reaccionado como se esperaba: con advertencias desproporcionadas y burlas, pues aseguran que en la actualidad hay más de 44 mil millones de pesos en inversión privada que se extinguirían de inmediato y traerían desempleo y fallas en el servicio; el detalle es que estos inversores tienen desde 2013 participando en el mercado y a título personal (sin afán de generalizar) sigo viendo la misma ineficiencia de la empresa y el incremento perenne de los costos de los energéticos a pesar de la participación de estos privados que se supone ya en ocho años debieron haber generado alguna disminución de costos derivado de la lógica de competencia en el mercado que debe abaratar costos. En la mira también están las empresas que operan bajo el modelo de autoabastecimiento, es decir, que producen su propia energía y no dependen de la CFE, lo cual abarata los costos de energía en un 26% aproximadamente; sin embargo, esto no beneficia a las grades masas, sino a unos cuantos con la capacidad económica para hacerlo. En lo personal esto también parece desatinado, no veo el problema en que un particular produzca su propia energía siempre y cuando pague los impuestos por ese derecho. Se trata sin duda de la gran reforma, que antes ya se había anunciado con bombo y platillo durante el sexenio de Enrique Peña Nieto en donde nos prometieron costos bajos en energéticos y lo único que sucedió fue que los precios siguieron subiendo y la corrupción empeoró como nunca en las empresas energéticas (PEMEX y CFE); por ello, el relanzamiento de la reforma vuelve a traernos la esperanza de un futuro energético prometedor en donde los mexicanos anhelamos una sola cosa: que los precios si bien no pueden bajar, por lo menos que no se incrementen año con año y que la corrupción se extinga en el sector energético que históricamente ha beneficiado solo a unos cuantos en detrimento de la gran mayoría.

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