POR: EDUARDO GRANADOS PALMA
Analista internacional
En Seguridad Pública,
Inteligencia y Defensa.
www.ciasid.org
Hace unos días asistí a FAMEX 2021, la feria aeroespacial que organizó la SEDENA en la Base Aérea Militar Número Uno en el futuro Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles en Santa Lucía. Fue un excelente evento donde se expuso la gran capacidad de nuestra Fuerza Aérea Mexicana. Evento que se hace relevante ante un discurso constante sobre el incremento del presupuesto federal destinado a nuestras instituciones de seguridad y fuerzas armadas. Acciones que han sido criticadas por la oposición calificando estas decisiones como un empoderamiento del ejército enmarcado por una serie de políticas públicas que llevan a la militarización del país. Sin embargo esta situación no es exclusiva de México pues nuestro vecino del norte atraviesa una situación similar. El general de cuatro estrellas Mark A. Milley, vigésimo jefe del Estado Mayor Conjunto y oficial de más alto rango de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos ha cobrado relevancia internacional en los últimos días. A lo largo de cuatro presidentes, 12 secretarios de defensa, siete presidentes, diez comandantes del CENTCOM, 20 comandantes en Afganistán, cientos de visitas de delegaciones del Congreso y 20 años de supervisión por parte de este, hay muchas lecciones que aprender. Dos de ellas, específicas del ejército, que debemos analizar tras dos décadas de guerra, dos billones de dólares gastados y miles y miles de vidas apagadas; de esas lecciones, exactamente dos deben ser aprendidas por el propio Milley y tratadas en su trabajo. Cada soldado, marinero, aviador y marine que sirvió en Afganistán durante 20 años consecutivos protegió a los estadounidenses de los ataques terroristas, justificando así los costos humanos y financieros. Sin embargo, lo más significativo del testimonio de Milley fue su respuesta a las acusaciones de los medios de comunicación -tomadas del libro Peril de Bobs Woodward y Costa, de próxima aparición- de que había prometido avisar a China si el presidente ordenaba alguna vez un ataque contra ellos, y de que había hecho jurar a los altos cargos militares que no aceptarían órdenes del comandante en jefe a menos que el propio Milley estuviera implicado. En cuanto a China, Milley, educado en Princeton, aseguró al comité que se limitaba a tomar las medidas necesarias para evitar un conflicto entre “grandes potencias que cuentan con las armas más mortíferas del mundo”. Insistió en que las dos llamadas en cuestión estaban dentro de sus responsabilidades rutinarias como presidente, pero simplemente omitió comentar las acusaciones de que había prometido advertir a su homólogo chino de cualquier acción de Estados Unidos, lo que, por supuesto, había sido la parte más preocupante del informe con diferencia. En definitiva, el testimonio del general en el Congreso reforzó lo que muchos han especulado desde que surgieron los informes de que el Secretario de Defensa Esper había conocido de hecho las llamadas “secretas” a China: Que al hablar con Woodward, Costa y otros, Milley exageró su propio papel como héroe de la Resistencia, subestimando quizás la reacción de la derecha y de otros interesados en el control civil del ejército. Poco a poco los ejércitos en el mundo están tomando mayor protagonismo y ganando poder. Insisto en que no es una tendencia exclusiva de México. El mundo entero se está incrementando el poder de sus fuerzas armadas. Pronto descubriremos las razones. Al tiempo…