POR: AGENTE 57
Arrancamos... La percepción del presidente respecto al problema económico y social que enfrenta el país parte de sus más profundas convicciones modeladas por su manera de asimilar la historia, su experiencia personal y su idea de justicia. Desde la más alta posición de gobierno, las decisiones del presidente no son ajenas a ello, por lo que sus planteamientos y compromisos se configuran a partir de una idea única sobre lo político, lo económico y lo social enmarcada por sus propias motivaciones, impulsos y valores. el planteamiento sobre lo económico está sujeto a su visión del problema social, el cual ocupa el lugar central en la agenda del presidente. el discurso presidencial afirma que la pobreza es el conflicto más lacerante del país, ya que más de la mitad de los mexicanos viven en esa condición como resultado de las décadas de abusos de una élite política y económica corrupta que ha controlado el aparato gubernamental, que se ha enriquecido a costa del erario público y ha lesionado la soberanía nacional al haber entregado a extranjeros partes sustantivas de la economía. A lo largo de su trayectoria política hasta alcanzar la presidencia de la República, en el mensaje del presidente se encuentran recurrentemente afirmaciones y palabras dominantes que develan su diagnóstico sobre los principales problemas del país, por ejemplo, la corrupción y la pobreza, su marcada confianza en las políticas que ha decidido impulsar, así como los prejuicios que mantienen en contra de ciertas políticas o sectores a los que ha vetado. la firme convicción en sus ideas y su rechazo a considerar otras opiniones plantea un escenario en el que las decisiones de gobierno dependen de un solo hombre: el presidente. Es él quien define, bajo su visión, el espectro de políticas “deseables” y lo no deseable; toda idea o propuesta que no venga de su muy personal marco de análisis no tiene oportunidad, se tilda de “perjudicial” (a su proyecto) y es desechada e incluso descalificada. Desde el momento en que el presidente se asumió como “la figura presidencial”, sus decisiones se han conducido bajo un dualismo no flexible en el que toma decisiones para lo económico y lo social bajo el mismo diagnóstico: la corrupción como causa única de los problemas tanto económicos como sociales de México. Esta visión deriva de su convicción de que la relación entre instituciones de Gobierno y los poderes económicos constituyen una dupla legitimadora de prácticas injustas de apropiación de los recursos públicos para favorecer una pequeña élite. En la perspectiva presidencial y recurriendo a la historia de la formación del país, se observa la existencia de prácticas institucionalizadas de explotación como la encomienda y el esclavismo, o bien la hacienda porfiriana; la solución a ello fueron los movimientos que rompieron con el orden establecido y provocaron que dichas prácticas fuesen erradicadas. Para el presidente, la relación viciosa entre las instituciones del Estado y los poderes económicos solo puede ser suprimida a través de una transformación profunda que elimine de raíz toda injusticia estructural, lo cual implica modificar radicalmente las instituciones y el gobierno. La ruptura tiene que ser total. Sin duda, la corrupción es la práctica más nociva para el funcionamiento del gobierno, para la democracia y la erradicación de la pobreza. Además, apela a una de las mayores emociones sociales, la de la indignación ante los excesos, la frivolidad y la impunidad de las élites y grupos políticos y económicos que han ejercido el poder. Nadie que imagine un país distinto puede estar a favor de mantener las viejas prácticas de Gobierno. La ruta es la ruptura total con el pasado y con sus inercias. De ahí el carácter disruptivo de las decisiones del presidente, quien no ha titubeado en eliminar proyectos, en modificar el presupuesto público, en cambiar radicalmente programas, en redefinir las responsabilidades institucionales de la administración pública y enfrentar los impactos adversos (incluidos los políticos) derivados de ello. MI VERDAD. - La corrupción no sólo es la causa de la pobreza y el mal desempeño económico, también es la fuente de recursos que debe ser recuperada para solventar los gastos de la transformación que se desea impulsar.