POR: ABEL ALCALÁ H.
La democracia no es un descubrimiento, la democracia es un invento del hombre para tratar de darse un gobierno que le ayude a lograr la mejor convivencia en su comunidad y que ese gobierno sea el menor estorbo para el desarrollo y perfeccionamiento de cada persona en lo individual.
La democracia no es un descubrimiento, puesto que descubrir es la observación novedosa u original de algún aspecto de la realidad, normalmente un fenómeno natural; el hallazgo, encuentro o manifestación de lo que estaba oculto y secreto o era desconocido, es venir en conocimiento de algo que se ignoraba o estaba escondido, es conocer algo que ya existía en la naturaleza o en el universo y que durante algún tiempo no era patente para el hombre.
Por lo anterior deducimos que la democracia no es algo que estuviera escondida u oculta en la naturaleza del universo o del planeta tierra en espera de ser descubierta por el hombre.
Cristóbal Colón descubrió un nuevo continente no lo invento, el continente ya existía millones de años antes de que naciera Colón.
Luego la democracia es un invento, ya que el invento o invención es un objeto, técnica o proceso que posee características novedosas y transformadoras del hombre mismo, de formas de convivencia y de su entorno físico Algunas invenciones ayudan a la ciencia o la tecnología a que amplíen los límites del conocimiento humano.
Algunos ejemplos de inventos que ha hecho el hombre a través su vida y registrados en las páginas de la historia son: La rueda. Data del año 3.500 a.C. en Mesopotamia; El arado; La pólvora; El hormigón; La bombilla; La máquina de vapor; La imprenta; El celular; La tablet; La internet; El automóvil; El avión, las constituciones y normas jurídicas, los Estados soberanos, la ONU, etc., y los que vengan en el futuro ya que el hombre jamás dejará de investigar.
Es así que cualquiera forma de entender y practicar la democracia por una comunidad humana está sujeta a la idiosincrasia del pueblo que normalmente se manifiesta forma mayoritaria ya para bien ya para mal de su propio desarrollo y progreso.
La democracia como cualquiera otro invento del hombre goza de la imperfección intrínseca y siempre la democracia estará sujeta a la moralidad del acto humano.
La moralidad es la calidad de los actos humanos en cuya virtud los designamos como buenos o malos, acertados o erróneos. La moralidad de un acto depende principalmente del objeto: si el objeto es malo, el acto es necesariamente malo; si el objeto es bueno, el acto es bueno si lo son las circunstancias y la finalidad. Por ejemplo, nunca es lícito (bueno) calumniar, por más que las circunstancias o la finalidad sean muy buenas.
Recordemos que la forma de practicar la democracia de un pueblo no es exportable a otra comunidad, es decir, cada comunidad carga con sus bondades y vicios a la hora de ejercer su democracia.
Como los mexicanos nos merecemos un gobierno integrado por personas sabias, inteligentes y competentes y sobre todo que amen a México el camino más corto para lograrlo es perfeccionando nosotros la democracia que practicamos.
Para lograr tener buenos gobernantes, a mi entender, es iniciar rompiendo el circulo vicioso que de manera excelente, clara y precisa describiera en su poema Sor Juan Inés de la Cruz: ¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca (vota) por la paga o el que paga por (el voto) pecar?
De no romper ese círculo vicioso de inmediato, corremos el peligro que los perversos antimexicanos legalicen la compra del voto como han legalizado los asesinatos de inocentes mexicanos en el vientre de la madre, la marihuana, la pornografía y otras inmoralidades que degradan a la persona, a la familia y al pueblo.