POR: ABEL ALCALÁ H.
Dentro de la jerarquía de los bienes reales, materiales e inmateriales, los bienes comunes ocupan la primacía precisamente por ser los más comunes de los bienes, es decir, un bien es más bien en tanto acceden y se aprovechan de él más personas, un bien que está al servicio de miles de personas es más bien que otro que está al servicio de pocas personas, ejemplo: El bien playa es mayor bien que el bien alberca de un hotel.
Ahora debemos dejar en claro que todos los bienes reales tienen como destinatario a la personas, porque es la persona humana la que posee dignidad y la única que hace juicios de valor sobre los bienes naturales y los producidos por él mismo, que denominamos artefactos y que son indispensables para su bien vivir y perfeccionamiento de su naturaleza.
Por lo expuesto anteriormente se infiere que la dignidad humana y el perfeccionamiento de su naturaleza demandan y condiciona a que los bienes naturales y artificiales tengan el mayor grado de disponibilidad y estar al servicio de la totalidad de las personas sin restricción alguna.
Dado que son los bienes comunes los que producen la felicidad a las personas, quienes tienen la vocación de servir a la comunidad deben poseer, entre otras virtudes, la virtud de la política, que es el arte de hacer feliz al pueblo (Aristóteles).
Las elecciones del presente año en todo México y concretamente en Coahuila para la renovación de los ayuntamientos en los 38 municipios y 7 diputaciones federales nos ofrece la oportunidad para exponer algunos planteamientos a nuestros lectores para su reflexión y posible ayuda a la hora de tomar la decisión de por quién o quiénes votar.
1.- Los pueblos atrasados, que viven en la miseria, en condiciones infrahumanas, generalmente son comunidades a las que se les agravia su dignidad humana.
2.- Sin respeto a la dignidad humana brota como plaga la corrupción, la abyección, el lacayismo, al abuso, la opresión, los privilegios, el acaparamiento de los bienes de manera insana, la especulación, el robo, maltrato, los vicios y finalmente la esclavización de persona.
3.- Sin un pueblo defensor de su dignidad, sin una ciudadanía organizada y participativa no habrá servidores públicos dignos y honestos y muy pronto estarán viviendo en el retroceso de su vida moral, legal y económica.
4.- En los pueblos donde la dignidad humana no se respeta los gobernantes son meros administradores de la miseria, de la corrupción, de la incompetencia, de la mediocridad y su recurso favorito para justificarse es la demagogia.
5.- En donde mayoritariamente las personas no viven dignamente los procesos electorales, la democracia, se convierte en un mercado de compraventa de votos, donde gana el que logró corromper más individuos con recursos de anónima procedencia.
6.- En donde no se respeta la dignidad humana ni se educa para el perfeccionamiento de la persona no hay pueblo ni ciudadanía, lo que hay es muchedumbre, masa, gregarismo, borreguismo, tumulto, populismo.
7.- Sin aprecio por la dignidad personal y social no hay desarrollo ni progreso basado en el bien común.
8.- El pueblo sin dignidad se arrastra, se humilla y postra ante sus verdugos y tiranos a cambio de migajas de comida, mala casa y trabajos esclavizantes.
9.- Sin respeto a la dignidad humana se degrada a las personas, se violenta los derechos de las mujeres, de los niños nacidos y no nacidos, de los ancianos, se especula con el derecho a la salud, a la vivienda, al trabajo y salario.
Si tu objetivo, deseo, compromiso es que México, Coahuila y Torreón sean espacios para vivir con dignidad entonces no permitas que individuos indignos lleguen a ocupar cargos públicos.