POR: PEDRO BELMARES O.
Será el tiempo de irme, pues he llegado hasta mi último camino.
Yo vine a jugar, vine a sonreír, vine a cantar, a ser un niño al fin.
He disfrutado de las personas que conocí, pero también de las personas que se quedaron en mi vida.
He llegado a disfrutar cada mañana, cuando el sol entra por mi balcón, pero también esas bellas tardes de primaveras y hasta los fríos otoños.
Pero ha llegado el día de mi último atardecer, no es que ya no quiera vivir, si no es que ya he sufrido demasiado.
No tengo miedo a la muerte, porque creo que todo será mejor, a lo que temo es que los míos sufran cuando yo ya no esté.
Hoy quiero agradecer a Dios por todo lo hermoso que él nos da siempre, una vida llena de dicha y de oportunidades.
Hay quienes maldicen todo lo que les ha pasado lo largo de su vida.
Cuando les llega la hora de partir de este mundo, ven cada uno de sus errores y se arrepienten y en ese momento es demasiado tarde.
Nuestro último atardecer debe ser pleno y feliz de haber cumplido con nuestra vida, ya no tendremos tristeza ni amarguras, habremos logrado los que Dios nos dijo que hiciéramos: amar a nuestros semejantes.