Torreon, Coah.
Edición:
18-Nov-2024
Año
21
Número:
927
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MI VERDAD / 768


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Por:
Agente 57
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13-12-2020
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Edición:

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POR: AGENTE 57

Arrancamos… En las democracias liberales los políticos forman una especie de club, y comparten una cultura que sobrepasa las divisiones entre los partidos. Las amistades, por ejemplo, son más frecuentes entre partidos que dentro de ellos. Ciertas ideas mantienen siempre un papel dominante en esta cultura y algunas de ellas pueden ser contrarias a las de la mayoría de la gente (conocida aquí como perjuicios). En tiempos recientes, la diversidad cultural o el idealismo internacional son ejemplos de este tipo de ideas que los políticos suelen confundir con los principios, algo bastante diferente. Esto significa que en ciertos aspectos la clase política constituye una oligarquía con una tendencia opuesta a la de la población a la que gobierna. Esta tendencia oligárquica es aún más pronunciada en los países con sistema electoral de listas cerradas. Cuando aumenta el espacio entre las aspiraciones del político y de pueblo, el nivel de la clase política, en general, baja, y es vista más como embocadura que como representante de la ciudadanía. Las ambigüedades habituales de la política se convierten en un sofisma explícito. Por su puesto, ésta es una situación peligrosa en la que se multiplican las oportunidades para los demagogos. El político que se plantee como puede hacer su política del gusto de su público estará pensando más en éste que en sus propias introspecciones. Algunas veces este publico estará compuesto por colegas, otras por elementos de su propio partido o por el electorado en general. Podemos asumir que esté convencido de su utilidad, pero las razones que a él le parecen decisivas bien pueden no serlo para otros. La clave de la persuasión es encontrar las razones que resulten decisivas para la audiencia. Al hacerlo, el político debe partir de cualquier terreno común que comparta con ella. Lo primero que debe hacer el persuasor es convencer a la audiencia de su empatía con sus aspiraciones, y solo entonces podrá presentar su política como algo que encaja en esas aspiraciones. Lo que sugiere esta reflexión sobre las formas de persuadir es que el político deber ser un tipo especial de persona, capaz de guardar para si sus convicciones mas profundas. El resto de nosotros podemos decir lo que nos venga en gana, y permitirnos ese nuevo placer que ha inventado el mundo moderno: opinar sobre asuntos que ignoramos. El político habitualmente tiene que considerar el efecto de sus opiniones sobre su futuro y necesita una estructura especial de personalidad. Pero no debe deducirse de esto que el político es simplemente un hipócrita. Es una persona comprometida con una ocupación de alto riesgo en la que siempre debe estar atento a lo que traiga el futuro. Evidentemente el oportunismo es parte del talento, pero a menos que tenga convicciones genuinas –convicciones morales, pero también acerca del rumbo que tomaran las cosas en el futuro-, carecerá del perfil claro que suele necesitarse para un gran éxito. Los hombres de Estado –el grado más alto en la política- son aquellos que pueden equilibrar las convicciones internas con el talento para aprovechar cada oportunidad. MI VERDAD. - El secreto de la política está en preocuparse por el éxito, pero nunca demasiado.

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