POR: ABEL ALCALÁ H.
De manera natural el hombre tiende a su perfección individual y comunitaria, por eso el Estado es una obra humana hecha para atender y lograr las condiciones dignas que demanda la vida en sociedad.
Un concepto general de Estado sería el siguiente: “Persona jurídica formada por una comunidad de personas, asentada en un territorio determinado y organizada soberanamente con un gobierno propio con poder de decisión y acción”.,
Como todo entidad hecha por el hombre está dotada de fines, que entre otros, los siguientes: 1.- Crear y mantener un orden jurídico, 2.- Garantizar la convivencia social, 3.- Establecer los medios (instituciones) para el desarrollo cultural, económico, político, moral y educativo, 4.- El bienestar de la nación y 5.- La solidaridad social. Lo anterior inscrito en el marco de una ley suprema llamada Constitución.
Con la creación de los Estados constitucionalistas se trata, entre otros fines más loables, de poner obstáculos a los intentos de individuos con perfiles tiránicos, dictatoriales y populistas de llegar a los cargos de representación de las naciones y comprometer la vida institucional, el desarrollo y la paz social.
Ahora los perfiles humanos y profesionales que necesitan los pueblos para que los representen en los órganos de gobierno son de Estadista, Presidente y Líder en el marco constitucional.
A pesar de contar los países con estos marcos jurídicos no siempre logran el objetivo mencionado y se cuelan o infiltran individuos perniciosos que al amparo de posturas demagógicas y dinero de dudosa procedencia se trepan al cargo.
En el caso de México donde padecemos tristemente la presencia de un líder que se la pasa cometiendo error tras error, al punto de llevarnos al extremo de caer en un estado fallido y camino a la pauperización de la mayoría del pueblo mexicano.
¿Cuáles son los errores de este líder en su día a día al frente del gobierno mexicano?, son los que en seguida se enlistan.
Uno: Mala o nula comunicación con sus equipo de trabajo. Cuando comunica, comunica a cada instante órdenes contrarias y contradictorias.
Dos: Pobre o mal manejo de su inteligencia emocional, provocando que resuelva los problemas de forma inapropiada ya que está dominado por prejuicios, fobias, pasiones y vicios.
Tres: No tiene habilidades formales para retroalimentar de forma oportuna y adecuada a su equipo de trabajo, lo que impide mantener un alto nivel de desempeño. Se hace el sordo, no necesita escuchar a nadie, se basta a sí mismo.
Cuatro: No cuida ni protege a su equipo de trabajo, se pone él solo las medallas cuando las cosas salen bien y en caso contrario busca culpable cuando hay malos resultados, busca siempre trasladar la culpa a otros.
Cinco: Nula capacidad de adaptarse a entornos de cambio. Sigue aferrado al status quo y a mantenerse en su zona de confort. Vive en el pasado.
Seis: No conoce la diferencia entre delegar y ordenar. No influye positivamente en su equipo para que la gente dé resultados. No tiene equipo, solo personal mayoritariamente incompetente.
Siete: Siempre niega haber cometido errores, no reconoce errores porque no tiene autoestima lo suficientemente fortalecida para aceptarlo. Por eso repite los errores. Se cree infalible.
“Un buen líder contesta de forma clara y concisa a las siguientes preguntas: qué quiero lograr, para qué lo quiero lograr, cómo lo voy a lograr y cómo lo voy a medir”. Raciel Sosa.
Un líder tiene las respuestas y las acciones que permiten asegurar que esas proposiciones las tiene resueltas tanto en su mente, como en la mente de sus colaboradores.
La solución al reto de México es la siguiente: O el presidente corrige su actuación y se apega a la Constitución o cambiamos de presidente. Usted lector dice la última palabra.