POR: ABEL ALCALÁ H.
Es posible que el encuentro consigo mismo una vez iniciado no termine hasta que trasciende a la verdadera vida o para otros simplemente termina con la muerte terrenal.
En las circunstancias y condiciones que la pandemia actual ha puesto a miles o millones de mexicanos en algún grado de aislamiento es imaginable que dentro de ellos habrá quien se conceda tiempo para reflexionar sobre su vida y su persona.
Esta experiencia personalísima de estar, en el tiempo y el en espacio, consigo mismo los llevará, si es deseo consciente, a descubrir la grandeza y profundidad del ser que forma a la persona humana.
Los descubrimientos que se podrán alcanzar se darán en dos dimensiones de la persona humana, a saber; la primera en la esencia y naturaleza, que es lo más íntimo de la persona humana y la segunda en su comportamiento marcado por los usos, costumbre y hábitos.
De la primera dimensión se pueden llegar a descubrir, conocer intelectualmente, cuatro principios que conforman a la persona humana, la co-existencia, la libertad, conocer y amar. De la consciencia que se logre de los cuatro principios se entenderá que se relacionan e interactúan entre sí para la mayor perfección de la persona humana.
Tratando lo relacionado a la co-existencia sabemos que la persona humana no es un absoluto, es decir, no goza de independencia radical, pues todo hombre tiene origen. Con la co-existencia se desea alcanzar la mayor intimidad consigo mismo, es abrirse por dentro, es acompañarse a sí mismo para sentir lo más excelso y superior que hay en cada persona humana.
No se debe confundir co-existir con convivir, con estar junto a, o simplemente coincidir, pues hay personas que están juntas y ni se conocen ni se aceptan, en cambio hay personas que viven separadas y se entienden y se aman así mismas.
El fruto de la co-existencia es darle sentido personal a todos los actos de la vida, armonizar los pensamientos, palabras y obras para llegar a lograr lo que se está llamado a ser.
En base al principio de conocer se sabe que la razón es una facultad de la persona y lo que se busca es a la persona, por lo tanto el fruto que da este principio es el de conocerse a sí mismo, es decir, saberse un ser con finalidad.
No se trata de un conocerse analizando al hombre en cada una de sus partes, no, esa no es la tarea, el objetivo es considerarse como persona humana que conoce y conoce su trascendencia y su finalidad. Recordar que la ignorancia es el mayor enemigo del hombre, pues frustra toda posibilidad de perfeccionamiento para lograr su finalidad.
En el principio de libertad, no se reflexiona sobre el ejercicio de la libertad, sino de saberse persona humana libre, que en cualquiera empleo de la libertad debe aplicarse enteramente la libertad o no se es libre, emplearse en ser cada día más libre, más irrestrictamente y completamente libre. Renunciar a la libertad es renunciar a ser persona humana.
La persona es libre porque su razón (inteligencia) es libre por estar abierta a la totalidad de lo real y también a lo irreal. Y si la razón no está determinada tampoco está la voluntad, pues ésta sigue a la razón. El fruto del principio de libertad es saber que la inteligencia y la voluntad (potencias pasivas) son movidas por la persona humana que es libertad. Por eso la persona humana va en pos de la verdad. Está sentenciado: La Verdad os hará libres.
Sobre el amor en la persona humana, al descubrirse el amor en su real sentido se sabrá que es un Don, y como donación debe venir de quien lo posee en grado sumo, así para la persona humana amar es darse, donarse generosamente a otro u otros, de amar nadie debe cansarse ni fastidiarse, pues todo el pensar, hablar y obrar si va acompañado de amor producirá los mejores bienes para los demás y con gran abundancia. Por eso en la capacidad de amar se sintetiza todo la persona humana. Deseo tengas el mejor encuentro contigo mismo. 15 jul 2020