POR: EDUARDO GRANADOS PALMA
Analista internacional en Seguridad Pública,
Inteligencia y Defensa.
www.grapesa.com
Las cifras no cuadran, y no por un plan gubernamental macabro por ocultar la realidad sino porque en nuestro país son muy pocas las instituciones de salud que pueden aplicar las pruebas del COVID-19. Vamos ni siquiera sabemos realmente cuántos contagiados realmente hay. Apenas la semana pasada tomé un avión con mi hijo quien visiblemente traía muchos síntomas y tosió durante todo el vuelo. Pues no hubo una sola autoridad aeroportuaria que siquiera le pusiera cuidado, y es que como saberlo, si los síntomas son los mismos de una influenza, laringitis o una simple gripe. Y lo peor aún ni siquiera ha empezado. El mundo se encamina a una crisis económica peor que la sufrida en 2008, en medio de la emergencia sanitaria provocada por la pandemia que amenaza las vidas de millones de personas en el mundo, y aunque por encima de todo es una crisis sanitaria, la pandemia también tendrá un inevitable impacto en la economía, el comercio, los empleos y el bienestar. Las proyecciones más recientes predicen una recesión acompañada de pérdida de empleos peor que la que produjo la crisis financiera hace 12 años. Estos son días que ponen a prueba a todo tipo de líderes: locales, estatales o nacionales. Se le pide a cada uno que tome grandes decisiones de vida o muerte, mientras conducen a través de la niebla, con información imperfecta. Y lamentablemente en México estamos viendo ya muy fuertes contradicciones de parte de las autoridades gubernamentales que hace tan sólo tres semanas autorizaban eventos masivos como el Vive Latino con una asistencia de miles de personas y que posteriormente decían que no había que dejar de salir a la calle y que ya hoy están suspendiendo actividades y ahora si se pide que por ningún motivo se salga a la calle. Ante la gravedad del COVID-19, los gobiernos de diversos países del mundo han decretado estados de emergencia y cuarentenas para detener la propagación del coronavirus con los costos económicos que suponen. Sin embargo, se han planteado medidas para aminorar el impacto en el bolsillo de los ciudadanos. Incluso Trump, quien se mostraba incrédulo ante la pandemia del COVID-19, ha anunciado un multimillonario plan que constará en un trillón de dólares para rescatar la economía estadounidense. Contempla cheques para capitalizar a los ciudadanos según su nivel de ingresos, apoyar a las pequeñas y medianas empresas, suspender el pago de créditos bancarios, otorgar créditos a la industria aérea, entre muchos otros. Pero en México, parece que no pasa nada. Preocupa que la mayoría de la población crea que el presidente continúe en una terrible negación a tal grado que las iniciativas serias de distanciamiento han provenido de las empresas y de la sociedad civil, no del gobierno. Y les aseguro que los contagios serán mayores, así como el impacto en las finanzas debido a que no se están tomando decisiones. El escenario no es nada optimista. En eso estamos. No entendemos la gravedad de lo que se nos viene encima por la crisis del coronavirus. Y saben que, no regresaremos a clases el 20 de abril, pues estaremos entrando apenas en la etapa más crítica. Estamos frente a una pandemia sin precedentes en la vida moderna que nos va a cambiar para siempre. Todos conoceremos a alguien infectado y mucha gente morirá. Esa es la realidad de los hechos y más vale creerlo y aislarnos. Recuerden bien mis palabras.