POR: ABEL ALCALÁ H.
Nuevamente, o si gustan una vez más, la solidaridad humana está puesta a prueba, en está ocasión el enemigo presenta su amenaza en la salud y lo hace por medio de un virus conocido como coronavirus (COVID-19) con alta capacidad de contagio.
Está amenaza pareciera que por su impacto en la población mundial nos hiciera olvidar otros retos que siguen flagelando a grandes cantidades de seres humanos que a pesar de los grandes avances científicos en el campo de la salud y las in numerables instituciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que coadyuvan en llevar ayuda humanitaria, no mitigan la mortandad de sus víctimas.
Grandes comunidad de personas humanas de todo el mundo siguen padeciendo los estragos del Sarampión; Viruela, Sida, Fiebre hemorrágica de Marburgo, Virus del Ébola, Gripe aviar, Fiebre del dengue, etc., que han matado miles de millones de seres humanos.
A esas amenazas para la salud, hay otras del igual o mayor peligrosidad para la humanidad y tienen que ver con la economía, la especulación o usura financiera, las desigualdades salariales y la pauperización de grandes sectores sociales.
Aunamos estos flagelos la inseguridad social donde criminales de todos los giros negros han asesinado a cientos de miles de ciudadanos y a otros les han quitado su patrimonio y la tranquilidad de su persona o familia.
Y aunque pareciera increíble hay instituciones del sector salud en todo México que se han vuelto verdaderos lugares de exterminio de sus pacientes al no proporcionarles la atención, cuidados, medicamentos a los que cada uno de los mexicanos tiene derecho y ha sido causa de miles de decesos.
Lo comentado abre la puerta a un panorama social muy desalentador para los mexicanos y nos permite decir que el azote social del coronavirus no tendrá muchos oponentes para causar graves daños al país.
Ciertamente hay abundante información accesible en los medios de comunicación, redes sociales, televisión y gráficos sobre cómo responder individual, familiarmente y comunitariamente, entonces el enemigo a vencer en este caso el las modas e ideologías impuestas perversamente a la comunidad, como son: el consumismo, el individualismo que conlleva el egoísmo, el relativismo, el hedonismo, la entrega incondicionada al consumo de drogas y bebidas alcohólica, a la sexualidad sin límites y sin responsabilidad de las consecuencias, etc.
Ya se sabe que un virus por sí sólo no es nada, se vuelve dañino y mortal cuando se adhiere a un organismo vivo, en este caso seres humanos que no tiene la fortaleza en su sistema inmunológico para eliminarlo o desactivarlo.
La experiencia de otros eventos catastróficos para los mexicanos, sea temblores, inundaciones, epidemias, nos dice que no es bueno confiar en las acciones gubernamentales de los gobiernos.
Solamente la convocatoria a la gran mayoría de mexicanos que tienen las convicciones del bien común y la solidaridad podrá ayudar a que esta pandemia del coronavirus no tenga los grandes efectos dañinos para los miles de millones de mexicanos y principalmente para los más vulnerables.
Cada mexicano, iniciando en su familia y su colonia, deberá convertirse en un cuidador de su prójimo ayudándole a evitar caer en conductas y acciones que pongan en peligro su vida, es decir, si quiero salvar mi vida debo cuidar la vida de mis seres queridos y de toda la gente que me rodea.
Sigamos las instrucciones, sugerencias, propuestas de las gentes profesionales en la materia de salud y sobre todo evitemos todo comentario, conducta o actitud que lleve a generar pánico entre los habitantes, todos los creyentes deberán pedir el auxilio divino para superar felizmente este reto.
