POR: ABEL ALCALÁ H.
Cada día y durante el día se cruzan en nuestro pensamiento y voluntad dos actitudes a asumir; la sorpresa y la indiferencia, con la que observamos los sucesos que pasan a nuestro alrededor y también en los niveles estatal y nacional.
Los sucesos son tan rápidos y continuos que nos llegan cual si fueran un río caudaloso, que pasamos de una sorpresa otra y al parecer lo que se mantiene más constante en nosotros es la indiferencia ante ellos y por tanto nuestra abulia de acciones para cambiar lo imperfecto.
Y mientras pasan los días entre sorpresa e indiferencia de nuestra parte el país se hunde cada vez más en la decadencia.
Esa decadencia consiste en la pérdida progresiva de la fuerza, intensidad, importancia o perfección de una cosa, una persona o comunidad humana.
Nos encaminaos al colapso social o catástrofe social que es una quiebra a gran escala o una declinación a largo plazo de la cultura, las instituciones civiles y/o otras características principales de una comunidad, sociedad o civilización, de forma temporal o permanente, y va perdiendo la fuerza o los valores que lo constituyen y sostienen y se debilita hasta desintegrarse.
Seguro pensará alguien; y cómo se da esa decadencia de México que no me doy cuenta que esté sucediendo.
Hay muchas respuestas a la pregunta y en seguida mencionamos algunas causas: Actualmente se vive una gran "crisis de civilización. Los valores morales encuentran alterados debido en gran parte a los factores externos, que amenazan con destruir la convivencia humana.
El ser humano poco a poco ha ido modificando su escala de valores; justificándose en la modernidad se promueven antivalores, y las personas van siendo atrapadas en un mundo falso y peligroso cuyas consecuencias ya estamos padeciendo. Inmersos como están los pueblos en la globalización, el individuo se enfrasca en la lucha constante por la sobrevivencia, una lucha inequitativa donde se mide la fuerza y el poder para someterse a un plan de explotación.
Muestras claras de esa decadencia en nuestra nación son: el número inmenso de abortos; asesinatos de niños, hombres y mujeres; empoderamiento de los giros negros; ataque sistemático al matrimonio heterosexual, ataque furibundo a la institución familiar; cargas excesivas de impuestos a la economía familiar; precios altos de los alimentos; grave y mortal descuido de la instituciones de seguridad social en hospitales y falta de medicamentos para los tratamientos; constante peligro del patrimonio familiar y personal por los ataque de la delincuencia organizada; constantes enfrentamientos entre los mismo mexicanos por posturas ideológicas promovidas por los antimexicanos y grupos extranjeros al servicio de la ONU; y de la banca internacional usurera; destrucción de la educación desde la enseñanza básica hasta la universitaria; ataque a la actividad empresarial, comercial y de servicios por grupos en el gobierno de la 4T;etc., etc., las políticas económicas adoptadas por el gobierno de la 4T y sus partido e impuestas a un pueblo de manera despiadada, debilita aún más al pobre conduciéndolo a la miseria extrema.
Si hay voluntad en los mexicanos para detener esa decadencia no basta separa el poder político del poder económico, lo trascendente es ordenar a la Moral el derecho, la política y la economía y en esa sana jerarquización sentar las bases del bien común.
Retomar los padres de familia su derecho a la educación de los hijos, recordando la sentencia de Platón: “Con la buena educación es el hombre una creatura mansa y divina; pero sin ella es el más feroz de los animales. La educación y la enseñanza mejoran a los buenos y hace buenos a los malos”.
El primer paso para detener la destrucción de México es dejar la indiferencia y salir de la zona de confort para defender ante los traidores y antimexicanos nuestra patria, usted lector dice la última palabra.