POR: FERNANDO RANGEL DE LEÓN
Por una reforma laboral muchos capitalinos se quedaron sin ver el desfile de la Revolución en ciudad de México, el 20 de noviembre, porque cayó en miércoles, pues cambió el día de descanso obligatorio al tercer lunes de noviembre; como hizo el 5 de febrero (Día de la Constitución), al primer lunes de ese mes; y el 21 de marzo (Natalicio de Benito Juárez y la Reforma), al tercer lunes de ese mes.
Las razones para haber cambiado esos 3 días de descanso obligatorio fueron: a) que no se interrumpiera el trabajo a mitad de semana, para no afectar el diario y continuo funcionamiento de la industria, las oficinas, y otros centros laborales, que requieren de fuego o energía eléctrica permanente, cuyo apagado y encendido sale costoso; b) eliminar los famosos “puentes”; c) prolongar la convivencia familiar desde el viernes hasta el lunes (4 días); y d) incentivar la economía de la “Industria sin chimenea” (turismo).
Los inconvenientes que muchos le vemos a esos “puentes”, a los que ahora elegantemente llaman “fines de semana largos”; pero que son “la misma gata, nada más que revolcada”; son: a) se desmemoriza la historia; b) se pierde el patriotismo (que no debemos confundir con el patrioterismo que celebramos emborrachándonos); y c) olvidamos nuestro nacionalismo.
En el 109 aniversario de la Revolución, por primera vez en la historia de nuestro país se celebró en la capital de la República, un desfile de la Revolución, que la revivió con la escenificación de sus más grandes héroes, como Francisco Villa, Emiliano Zapata, los hermanos Flores Magón, Álvaro Obregón, Lázaro Cárdenas, Francisco I. Madero, y sobre todo del General Felipe Ángeles, quien este 26 de noviembre cumplirá 100 años de haber sido mandado asesinar secretamente, en forma de fusilamiento, por Venustiano Carranza.
El cambio de los días de descanso obligatorio de fechas históricas, lo hizo el gobierno neoliberal en 2006, que privilegió la economía sobre la historia. Han transcurrido trece años en que ya no se celebran los sucesos que hicieron posible nuestro actual país, el día en que acaecieron; por lo que es necesario sopesar si continua o no ese cambio.
No movieron el 16 de septiembre, fecha de la primera transformación en 1810, porque lo antecede el día 15, en que se celebra el Grito de la Independencia.
En este régimen de la cuarta transformación serán el Gobierno de México, la sociedad civil, las clases trabajadora y empresarial, y los sectores educativo y cultural, quienes decidirán si volvemos a la historia o seguimos en la economía neoliberal.
