POR: EDUARDO GRANADOS PALMA
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Para muchos aún es una fantasía creer que desde nuestro celular o tableta podemos pilotear un juguete con hélices que vuele a lejanas distancias transmitiéndonos imágenes que antes solo se podían obtener rentando helicópteros a precios excesivos e inalcanzables para la mayoría de nosotros. Mis padres incluso me regalaron uno hace cuatro años y es la hora que no lo estreno. Sin embargo como ocurrió con el internet y las redes sociales, el uso de estos ya no juguetes sino herramientas de apoyo aéreo llamados drones no solo está al alcance de todos sino que su uso es cada día más cotidiano para diferentes propósitos. Hace poco más de un año, en agosto del 2018 se intentó atentar contra el presidente venezolano Nicolás Maduro durante un acto por la conmemoración de los 81 años de la creación de la Guardia Nacional Bolivariana, donde se produjeron al menos dos explosiones mientras Maduro daba un discurso en Caracas. Pero hoy los drones podrían desencadenar una guerra. Si, una guerra, quizás no militar pero sí económica. Después de los ataques con drones a la planta procesadora de petróleo más grande del mundo, las preguntas son simples: ¿quién lo hizo, desde dónde y cuál será la respuesta? Pero, en medio de una serie de señales mixtas, las respuestas no son tan sencillas. El redoble de tambores para responsabilizar a Irán es cada vez más fuerte, y lo que suceda después tendrá una profunda influencia en el futuro de toda una región. El alza que viven los precios del crudo tras los ataques a una de las instalaciones más importantes de la petrolera saudí Saudi Aramco podrían resultar en buenas noticias para nuestro gobierno mexicano ante una mayor recaudación de recursos por las exportaciones de petróleo de Pemex. Pero este efecto positivo tendrá un menor beneficios que en hace cinco o diez años, debido a la constante caída de la producción de crudo, además de la mayor dependencia de las importaciones de gasolinas del país en ese mismo lapso. Pero en México viviremos las dos caras de la moneda cuando los precios del petróleo suban, porque si bien recaudará más, también deberá enfrentar el dilema de qué hacer con el mercado de los combustibles que dependen de la transformación de estos barriles de crudo, es decir, recibiremos algunos más dólares por los barriles y la gasolina nos va a salir más cara, pero el gobierno de Andrés Manuel López Obrador está listo para amortiguar el efecto del alza de este precio del crudo a través de una menor recaudación en el Impuesto Especial Sobre la Producción (IEPS) a la gasolina, un mecanismo usado desde el sexenio pasado para minimizar este tipo de alzas. Así que los consumidores pudieran no resentir el efecto al momento de ir a la gasolinera a llenar su tanque en los próximos meses, pero el gobierno sí verá disminuido sus ingresos. Así que mucho dependerá de si las agencias de inteligencia de los Estados Unidos trabajando con las sauditas, pueden descubrir evidencia concluyente que señale la fuente del ataque. Si la evidencia respalda el análisis de que esto es propiedad y operación de Irán, es difícil imaginar que no haya represalias contra este país. La sofisticación y la severidad del ataque serían un cambio radical del acoso a los petroleros y el derribo ocasional de drones en el Golfo. Después de los ataques petroleros en Arabia Saudita, todas las opciones conllevan un gran riesgo. El tiempo me dará la razón.