POR: JESÚS M. MORENO MEJÍA
“La democracia es el gobierno
del Pueblo, por el Pueblo
y para el Pueblo”
Abraham Lincoln
En el pensamiento universal existen innumerables reflexiones en torno a la democracia, pero tal vez la más popular haya sido la de Abraham Lincoln, pero esa visión jamás se ha concretado, ni siquiera en el país del cual fue su décimo sexto presidente, desde el 4 de marzo de 1861 hasta su asesinato el 15 de abril de 1865.
Recordemos de entrada cual fue el proyecto de nación de Lincoln: “La democracia es el gobierno del Pueblo, por el Pueblo y para el Pueblo”, que para mucha gente jamás ha ocurrido, pues no existe parangón de ese paradigma.
Aristóteles (filósofo de la Antigua Grecia), deducía que la democracia surgió del pensamiento de que si los hombres son iguales en un sinnúmero de detalles particulares, lo son todos, y sin embargo en su libro “Retórica”, señala que “cuando la democracia se encuentra muy apurada, se debilita y es suplantada por una oligarquía”.
Honorato de Balzac (escritor francés, representante de la novela realista del siglo XIX), afirmaba que “la igualdad podrá ser un derecho, pero ningún poder humano podrá convertirla en un hecho”. Mientras que Edmund Burke (filósofo y político británico del siglo XVIII, considerado padre del liberalismo conservador del Reino Unido), señalaba que “la democracia es la cosa más desvergonzada del mundo”.
Podríamos seguir enumerando las más disímbolas opiniones en torno a la democracia, expresadas por toda clase de filósofos, escritores y líderes de todos los matices políticos, y nunca llegaríamos a una conclusión aceptable.
El editorialista Arturo González González, pregunta en un artículo reciente si aún sirve la democracia en nuestros días, pues existe mucha literatura política, histórica y periodística, asegurando que dicho sistema está en crisis en todo el orbe.
Reproducimos lo que señala y es una realidad a nivel mundial: “La economía, dominada durante cuatro décadas por la tecnocracia neoliberal y las grandes corporaciones, se ha convertido en un asunto ajeno al poder político, que actúa subordinado por esos poderes (fácticos), o acotado por los límites de sus fuerzas. La democracia, entonces, deja de funcionar para quienes ven aumentar la incertidumbre en sus derechos laborales y la inquietud respecto a su futuro económico”.
Agrega que entonces aparecen soluciones “simples”, cubiertas de populismo, nacionalismo y autoritarismo. “Políticos mesiánicos que dicen van a recuperar la gloria perdida de sus países y devolver al pueblo su protagonismo. Pero la mayoría de las veces ha ocurrido lo contrario, y hoy se ven surgir sistemas políticos (la democracia popular o populista, y la “meritocracia”), como alternativa a la decadente democracia liberal, y que pueden operar dentro del mismo modelo capitalista que en su momento la promovió. Pero este fenómeno, por novedoso que nos parezca, no es exclusivo de nuestro tiempo”.
“Cosas veredes, amigo Sancho”, hemos oído por ahí algunas veces, atribuyendo ese dicho a los personajes de la obra “El Ingenioso Hidalgo, Don Quijote de La Mancha”, para expresar que cualquier cosa puede suceder en cualquier momento, pero que en realidad seguirá siendo igual, pues la democracia ha tenido crisis de toda índole en todo tiempo, en ocasiones retrocediendo, evolucionando o cambiando, para finalmente estabilizarse y volver a sus orígenes.
Cuando a Sir Wiston Churchill se le criticó el sistema político de Gran Bretaña, manifestó que la democracia como forma de gobierno podría ser lo peor, a excepción de todas las demás.
Podríamos seguir “exprimiendo” a la democracia hasta el infinito, sin llegar a una conclusión definitiva, pero mientras tanto los políticos seguirán explotándola para sus fines personales o de grupo, pero sin ver realizado la aspiración de Lincoln, como tampoco podrá ser una realidad el apotegma de Benito Juárez: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno, es la paz”, pues siempre estará por encima la ambición del poder en el hombre, pero particularmente en el político.
“El deseo inmoderado de riquezas y la indiferencia que inspira esta pasión, es la causa de la ruina de la democracia”, sentenció hace más de dos mil años el inmortal filósofo, Sócrates.
¡Hasta la próxima!