LA COLUMNA DE FIDENCIO TREVIÑO/
POR: FIDENCIO TREVIÑO MALDONADO
La duda siempre será duda y si alguien la quisiera pintar, su color será de un tinte pálido muy difuso y confuso. El ser, estar o no existir más famoso es Sakesperiano, sin embargo, Nicolás Maquiavelo comprueba que el medio Aristotélico no existe, porque dice que nadie está medio muerto o medio vivo o medio dormido o medio despierto, sino que se está vivo o muerto, se está dormido o despierto, el término medio no existe, menos en el embarazo, termina diciendo el tema. Así es nuestro cotidiano devenir en el país de nunca jamás con la corrupción que pulula en miles de políticos, funcionarios públicos y ahora en el remolino que levanta esta basura van implícitos algunos magnates empresarios.
Las diferentes oficialías, dependencias e instituciones no son corruptas, la corrupción la hacen los hombres y mujeres que están al frente o atrás de esas corporaciones públicas. Por un clavo se perdió una herradura, por una herradura se perdió un caballo, por un caballo se perdió un soldado, por un soldado se perdió la batalla y por perder la batalla se perdió la guerra y toda una nación fue dominada... Esto estuvo escrito en cientos de cuarteles y, no solo en México, sino en muchos cuarteles del mundo. Metáfora que nos puede dar una sencilla enseñanza; por un mal y corrupto policía, toda la corporación apesta, por un funcionario malo en alguna dependencia o institución, toda la institución es corrupta, etc. En un país como el nuestro, parte del atraso es el mal empleo de todos los recursos, desde los financieros hasta los recursos renovables y los no renovables, importando nada lo que a los ciudadanos o habitantes les pueda suceder y no se puede robar poquito o mucho, los dos rasgos son delitos, porque nadie es medio honesto o deshonesto, que para el caso es lo mismo.
Nadie que se diga ínclito, honrado, derecho, será capaz de tomar lo que no le pertenece aun con la caja abierta, por aquello que "en caja abierta, hasta el más honrado peca" y, sin duda, también en México existen en este calibre hombres y mujeres que fácil pasarían esta prueba. La fama que se tiene de los mexicanos de ser corruptos y calificar a este país de ocupar o ser uno de los más corruptos es, sin duda un sofisma, ya que la gran mayoría, la inmensa población es gente noble, honesta y vive de su trabajo, porque no se puede ni es justo calificar a los ciento treinta millones de habitantes de corruptos, solo porque un millón o menos de funcionarios públicos son ratas, estafadores, mentirosos, toda la población es corrupta, tomando en cuenta que en los vecinos cercanos del Norte, los llamados Americanos, sin duda son corruptos hasta las cejas, sobre todo, en lo que concierne o tratándose de negocios, acuerdos, tratados, contratos y leyes. Ellos, los rompen y "se rajan " y como si nada, teniendo a su favor en ese país la aplicación de sus leyes importando nada el estatus social de los que comenten crimen, sin embargo, en países como el nuestro sí existe el elitismo, la exclusividad, la letanía de nuestra burocracia, que con o sin juicios se aplica lo mismo al pobre una condena, mientras al que tiene amigos "arriba", con poder o dinero, una raquítica fianza o aun a estas alturas de nuestro Estado de Derecho a muchos gallones se les da el / usted perdone/, ahí está la diferencia.
La desconfianza y la poca credibilidad en la clase política, en los altos o bajos negocios, en los trabajos y en cientos de oficinas institucionales, se deben a la falta de ética de inclusive personas o profesionales que estudiaron en Universidades, que según ellos son de prestigio y una selectividad de cultura intachable. Aquí en México lo vemos continuamente como en puestos o funciones públicas, pues muchos de estos egresados de universidades o tecnológicos llevan a cabo los mayores atracos, tal vez, porque ven a los mexicanos como el Juan Diego, es decir, el último y más ignorante de los hombres. La casta de políticos ratas son uno y no dejan de ser, aunque estén tras los barrotes, ya que muchas familias de estos truhanes pasean su vergüenza y su pecado en todos los rincones del planeta, esos son ratas y, tal vez muchos mexicanos, pecamos de inocencia. Ellos nos consideran estúpidos o de plano creemos que sí merecemos tener estos gobernantes déspotas, corruptos, soberbios, repletos de egolatría, tal vez, porque por generaciones ha sido el quehacer político que se llevó a cabo en este país en donde la impunidad, el fuero y hasta el amparo, han sido la caparazón impermeable en las dudas y sus beneficios que dan a los que son y deja desprotegido a los que no somos. Mientras tanto con cientos de retenes sembrados a lo ancho y largo de la república, todos sin excepción somos sospechosos, esto, sin siquiera tener una pizca de ser o no ser, aunque todos sabemos o imaginamos el por qué.
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