FRAGMENTOS DE MI VIDA Y NACIMIENTO DE SINCENSURA
Como estudiante universitario destaque en el debate y fui líder en la Facultad de Economía, donde, con la mayoría de los estudiantes, logramos rescatar a la institución del control de los maoístas, que la habían tomado como base, para hacer el trabajo sucio de Raúl y Carlos Salinas de Gortari (de ahí salieron los movimientos de invasión de tierras urbanas, como Tierra y Libertad en Torreón y San Pedro, entre otras; y rurales, cómo Batopilas, con una estrategia muy clara: tumbar al Gobernador, Oscar Flores Tapia).
Y como los maoístas no se designaron a perder el poder, comenzaron a presionar al director, que, para que lo defendiera de los acosos, me nombró Secretario de Asuntos Académicos, a dos meses de terminar mi carrera de economista. Al año siguiente, mediante la revalidación de materias, ingresé al tercer semestre de Sociología, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, donde también me gradué, aunque no he tramitado mi título.
En la Universidad, recorrí casi todos cargos universitarios (Secretario Académico de Economía, maestro de varias materias ahí; consejero directivo, consejero universitario, miembro de la Comisión de Honor y Justicia del Consejo Universitario, Secretario de la Coordinación Torreón, Director de la Facultad de Economía, Oficial Mayor y Secretario General de la Universidad).
En el inter de esta etapa en la Universidad, impartí clases, en la escuela Normal, experimental, Federico Berrueto; en el ITA 10; en la UAAAN (UL); en la Normal Superior de la Laguna (cursos intensivos); creamos, compañeros de la Narro y yo, la preparatoria, Escuela de Bachilleres Nocturna (EBANO), una secundaria en Matamoros, entre otras.
Radical, como siempre he sido, a los pocos meses de asumir el cargo como Oficial Mayor de la UAC (en mi gestión le agregamos la “de”, por la confusión que había con las universidades de Campeche y de Colima), el Rector, que llegó al cargo a los 73 años (y más a fuerza que de ganas), decidió entregarme el manejo y el control absoluto de la Institución, por los resultados que había dado, y por desactivar los movimientos que se presentaron en el Ateneo Fuente y la Preparatoria Nocturna Mariano López -reducto de los anteriores funcionarios, que, desde ahí, generaban intentos de desestabilización.
Ya había formado el Grupo de Vigilancia de la Universidad, con ex militares, pues, en Torreón, seguían causando problemas algunos porros que se habían refugiado en la Facultad de Comercio y Administración, a quienes se ordenó su desalojo sin problemas.
Cabe hacer mención, que tuve la pésima idea de invitar al clan de los hermanos Medina, para que le dieran seguridad a Juan Luis Contreras, a quien, con muchos ruegos, aceptó ser director de la FCA, pero, por su falta de carácter y por lo perversos que son los Medina (éstos lo coparon y manejaron a su antojo, sentando sus reales, hasta la fecha en esa Facultad, a la que han saqueando sin miramientos). Fueron los Medina, a quienes abrí las puertas y se metieron hasta el fondo, los primeros en traicionar a la Unidad Torreón, pues ésta, tenía en mi persona, al próximo Reactor. ¡Claro que no sólo los Medina contribuyeron con este movimiento -pero sí fue determinante la división que crearon-, los grupos de Saltillo, hicieron su parte, explotando y vendiendo, el endeble Gobernador, Eliseo Mendoza, que yo era amigo de Rogelio Montemayor. Y en efecto, en 1990, me habló mi amigo, Humberto Roque, para invitarme a cenar en el DF, junto con Rogelio Montemayor, quien había dejado el cargo de Presidente de la Comisión de Programación y Presupuesto en manos de Roque, porque sería nombrado, Delegado de SEDESOL, Coahuila en unos cuantos meses. Ahí entablé una buena relación con Montemayor, de tal manera, que una vez que llegó a Coahuila, fui de las primeras personas a quienes contactó. Eso sirvió para que comenzaran a grillarme, quienes se decían mis amigos y compañeros, logrando que el Rector, que era muy susceptible a los chismes, comenzara a dudar de mi lealtad, y quiso que me dedicara, exclusivamente a firmar títulos, ya como Secretario General, cosa que no acepté, y me obligara a presentar mi renuncia ante un Consejo Universitario, realizado en la Facultad de Medicina de Torreón, ante la incredulidad de los consejeros, quienes veían inminente, mi llegada la rectoría.
Ya había logrado con mi equipo de asesores, la redacción de algunas modificaciones a la Ley Orgánica y al Estatuto Universitario, pues, estaba -y estoy convencido-, que el método de elección de las autoridades, tal y como está hoy, le ha causado y le seguirá causando mucho daño a la institución, puesto que son los alumnos, quienes tienen el poder, para poner y quitar a las autoridades. Este método, es el causante de todos los males de la Institución, puesto que la lucha por el poder y el control de las escuelas facultades, eclipsa las funciones sustantivas de la UAdeC.
Con la reciente modificación del Estatuto, tuve la esperanza de que tocará este sensible aspecto, pero no, como en la novela de, Lampedusa, “Gatopardo”, se hicieron cambios, para que todo siga igual.
Esta radical decisión, de renunciar a la Universidad, me permitió aterrizar en la realidad, en todos los aspectos. Primero, las amistades y lealtades, pues, una vez que salí de la Universidad, quienes se decían mis amigos, a los que ayudé, encumbre y apoye incondicionalmente, fueron los primeros en darme la espalda. PRIMERA LECCIÓN.
También creí, que por ser economista y haber fundado la carrera de Mercadotecnia, podía salir adelante dedicándome a los negocios (y aquí también pruebas a quienes creías tus amigos, pero te das cuenta, que sin el cargo, te dejan morir). Y sí, un tiempo me fue bien, pero el error de Diciembre de 1994 (les recomiendo la serie 1994 de Netflix), me estrelló contra el suelo, quedando en una situación muy precaria, pues, de un día para otro, mi negocio (venta de antenas parabólicas), desapareció por completo, lo que me obligó a desprenderme, del poco patrimonio que había logrando en todos mis años de trabajo, hasta esa etapa de mi vida. SEGUNDA LECCIÓN. (Continuará)