LA COLUMNA DE FIDENCIO TREVIÑO/
POR: Fidencio Treviño Maldonado
-¿Y ahora por qué esos lentes oscuros...? -Es que me pegué con la puerta- Es una de tantas respuestas de las miles de mujeres golpeadas y maltratadas en México, agregándole -Me resbalé en el piso mojado; pise mal; me quemé con el aceite; es sólo un rasguño- y otros cientos de argumentos y pretextos que bajo amenazas y sometimientos, millones de niños y mujeres viven con este constante terror en sus hogares. Nuestros representantes a cualquier nivel, desde el H.H. Congreso de la desunión; la Suprema Corte de Justicia; las agencias Investigadora de los Ministerios Públicos; los derechos Humanos; incluyendo gobernadores y otras organizaciones de mujeres, son menos que LETRA MUERTA como ha quedado demostrado ante estos actos de barbarie, que aunque ahora le llamen feminicidios o violencia intrafamiliar, no son suficientes para detener la saña contra niños y mujeres.
Muchos hombres son simples, pobres y miserables machos que por instinto, más que por razonamiento, conservan vestigios del homo erectus y se transforman en el nuevo Atila y, sin remordimiento alguno, sigue cercenando hogares y destruyendo vidas. Los foros y declaraciones del Día de la Mujer y otros nombres, marchas para parar la violencia contra niños y mujeres, son un éxito para quien da conferencias; sin embargo, esto no gravita sobre la violencia que es continua, permanente y tangible, es decir ¿qué hay más allá de estos foros, marchas y protestas..? Lo mismo, miles de mujeres vejadas, niños azotados, ancianos desprotegidos, todos lapidados, violados, mutilados, apuñalados, desaparecidas, quemados y, lo peor, una ley sorda, una justicia ciega, indolente, insensible e impasible y muchas veces insolente ante las denuncias.
Las diferentes dependencias dicen que, en muchos de los casos, las mismas mujeres afectadas otorgan el perdón a su verdugo, inclusive al padre, querido o padrastro que violó a su hija o hijo; tal vez, la mujer lo hace porque sabe que el castigo que le impondrán de nada servirá y al salir de la cárcel después de una semana o pagar una reducida multa la venganza del "Macho" será peor, entonces, mejor otorgar el perdón y seguir en el oscuro e intrínseco mundo de la tortura. En México, son escalofriantes las cifras de niños, mujeres y ancianos maltratados en muchos aspectos, asusta la saña del maquiavelismo con que se llevan a cabo los crímenes, las violaciones hacia esta clase vulnerable, auspiciada o solapada, muchas veces, por nuestras manchadas autoridades en todos los niveles. El pueblo está harto de que cada día se inventen, se creen y formen comisiones que, según parece, sólo están para dar cifras, crear gráficas y celebrar foros y marchas, inclusive, dar recetas caseras contra la violencia familiar, cuando estas comisiones u organizaciones deben de exigir la salida de los ineptos, malos, corruptos y hasta xenofóbicos representantes de la justicia o la ley que más tardan en llegar los violadores, secuestradores, golpeadores y feminicidas a su despacho y ya están otra vez en la calle haciendo o llevando a cabo lo único que saben hacer.
La situación desde hace tiempo es grave y la voz de YA HOY, se debe de detener esos gritos silenciosos, gritos ahogados que se pierden en la conciencia de los más débiles y, sí se quiere un país libre de estas plagas, los castigos y penas aplicables deben ser duros, basta de penas administrativas, de perdones de sus víctimas. Lo grave es que estos delitos crecen no sólo a nivel nacional, sino mundial; sin embargo, en algunos países las penas sí son duras: en Filipinas, China, Singapur, Corea, entre otros, una violación a un niño o niña se paga con la vida y, sobre todo, el juicio dura poco. Aquí en México, hay casos de denuncias cuyo aletargado juicio tiene tres o cinco años; todos, jueces y ayudantes, así como el verdugo le apuestan al olvido. Y, desde luego, son más los casos en que no se denuncia, por aquello de que la venganza del verdugo-familiar es más cruel cuando salga, si es que se le condena. Otras, porque saben que la justicia en nuestro país es un estereotipo único, estar entre neblina y transolada, en donde la burocracia, la corrupción y la pachorra sentó sus reales posaderas.
Señores dueños del poderosos brazo de justicia del país, desde el policía de crucero hasta los señores jueces, cuando vean a una mujer, un niño o anciano con la boca sangrante, los dientes hechos trizas, la nariz rota, los ojos color violeta, el rostro desfigurado, eso es lo que a simple vista se nota, lo que no se ve es peor: son los gritos ahogados, el dolor mudo y también el temor de denunciar, por la forma tan brutal en muchas de la veces la insolencia despiadada de las autoridades al recibir a la víctima. Dicen algunos psicólogos y psiquiatras, esto sacado de que algunos estudios han demostrado, que la mayoría de estos "machos" golpeadores, violadores, pervertidos, que atentan contra mujeres y la niñez son homosexuales reprimidos; ¿Será?
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