LA COLUMNA DE FIDENCIO TREVIÑO /
POR: FIDENCIO TREVIÑO MALDONADO
Don Melchor Muzquiz, ha sido el único ex presidente de México que se retiró sin un centavo del pueblo.
Algo tienen que aprender de él los gobernantes--
Una prueba tangible de que el pueblo, los ciudadanos y la misma sociedad está fastidiada de nuestra clase política, es el contenido y resultado irrefutable de lo que sucedió el pasado domingo 2 de junio en las votaciones de varios estados para elegir, en algunos, un nuevo gobernador, en otros, ayuntamientos y diputados, y así seguir en más de lo mismo en este país del que parece no podemos salir del nunca jamás. El fastidio llega cuando las urnas se abren y ven que sólo un 30% salió votar, y eso que algunos de los que componen este 30% de los que acudieron a emitir su sufragio fueron obligados o en su caso con la perversa consigna de la compra-venta del voto. Si no sucede esto en algunas regiones, como en el estado de Durango, ni siquiera hubiese alcanzado ese mínimo porcentaje, de que de diez ciudadanos, sólo 3 votaran.
Se podrán decir miles de cosas sobre lo acontecido en estas elecciones amañadas que laceran la tan traída y vapuleada DEMOCRACIA, cuando en cada votación son los mismos de siempre; los chapulines, canguros, mapaches, los corruptos que inclusive ocuparon antes un puesto y salieron o fueron corridos por su ineptitud o, casi siempre, por corruptos y que otro partido los acoja para que lleve el estandarte y, si a esto se le condimenta con el diario bombardeo del INE para la población con mensajes bobos dirigidos a un público ignorante, en donde los representantes de este instituto, creen que todos son de su condición y están inmersos en los sofismas y que según se puede ver, de eso viven. Da lástima y lástima que tanto dinero en estas elecciones y cómo ha estado pasando en otras mucha lana es tirada a la basura, cuando este país lo que menos necesita es desperdiciar ese dinero que tanta falta hace en todos los servicios públicos, sí señor, en todos, llámese salud, educación, vías de comunicación, seguridad, cultura, etc.
El fastidio de aguantar por tres meses la cantaleta de acudir a votar, de tener vigente la credencial y, de elegir entre los cientos de candidatos e igual número de partidos y escoger al candidato o candidata (por aquello de igualdad o paridad de géneros) al que prometa menos mentiras en sus perorata. Una vez pasadas las elecciones, llega la lloradera e impugnaciones de los perdedores alegando trampas e ilegalidades; antes, durante y después del día de la elección. Total, un fastidio aguantar esas actuaciones dignas de actores hollywoodescos que sólo ensucian más las de por sí malogradas elecciones. Votar el 30% del padrón, es decir, de 100 ciudadanos sólo acudieron 30 a las casillas este pasados domingo 2 de junio, ante esto, se le puede llamar que fue un fracaso de los partidos, de los candidatos y del mismo Instituto Electoral que promueve el evento, y, partido de esta premisa, tanto para los vencedores como para los derrotados o aquellos partidos familiares que en algunos municipios sacaron menos de 50 votos una pregunta ¿Qué acaso ni por casualidad conocen la vergüenza? Pregunta que se contesta sola con una negación plausible y con el signo de la derrota ciudadana en la frente de cada cicla de los partidos y candidatos participantes. El repudio generalizado está presente.
Lo de López Obrador en las pasadas elecciones fue una garbanzo de a libra, es decir, ya la sociedad, el pueblo en sí, estaba fastidiado por los gobernantes anteriores, sin embargo, en la actualidad no se ve aún alguien con los tamaños que al menos medio le llegue al PEJE y sus más de 30 millones de votos. De ahí, que ahora muchos tartufos, onagros, pillos de nueve suelas, truhanes, gamberros y otros feos epítetos dignos de los que se quieren cobijar con MORENA y jurar que hasta les habla al oído la virgencita o que Juan Diego les trae el recado. El pueblo quiere resultados, requiere de buenos servicios, de gente honesta metida en la política, regresar a lo de antes, al menos ser conocidos, no que toman un puesto y ya están trepados en un ladrillo, ya no conocen a nadie, se les olvida que vivieron en barrios pobres, que su origen fue el campo, que a veces ni zapatos traían y apenas les alcanzaba para huachaches de tres agujeros; se les olvida hasta la forma de comer elotes y mezquites, todos porque con un miserable puesto en alguna administración los ciudadanos les dieron su confianza con unos cuantos votos.
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