POR: PEDRO BELMARES O.
Vemos a los jóvenes salir de las escuelas y escuchamos sus gritos, sus conversaciones y vemos con tristeza que están muy mal en el trato que ellos mismos se dan. Causa pesar que las palabras que usan, en teoría no deberían ser escuchadas por ellos, pero la sorpresa es que las gritan a sus compañeros, y sus conversaciones versan solo de sexualidad. La pregunta es ¿Qué debemos hacer para que el comportamiento de nuestros hijos mejore?
Debemos ayudar a nuestros hijos a prepararse bien para enfrentar la vida que les espera, tenemos que estar bien informados como padres para poder transmitirles el conocimiento de las cosas, las dificultades que tenemos nosotros y que, lamentablemente, el futuro que se avizora para las futuras generaciones se ve más difícil que el que nos tocó vivir a nosotros.
Considero que debemos darle la confianza a nuestros hijos, pero sobre todo amor para que ellos no se confundan con sus amistades. Sabemos que tanto el padre como la madre no tienen mucho tiempo para darles a los hijos, sobre todo, cuando los dos trabajan, pero no podemos dejarlos a la deriva sin ninguna orientación. Considero que es tiempo de reflexionar que hijos estamos dejando al país, no solamente por lo que pase a nuestra sociedad, sino por lo que pase con nuestros hijos que son lo que más importa; debemos darles tiempo de calidad, esperando que aún sea momento de que nos escuchen aunque sea una frase muy trillada.
Todo consiste en que los padres se hagan amigos de sus hijos sin olvidar la autoridad que tienen. El tomar en cuenta sus logros en la escuela los hará sentirse seguros porque sus padres les prestan atención, a los hijos lo que le falta es reconocimiento a sus labores, y eso si lo podemos hacer, debemos el día de descanso llevarlos con nosotros al juego, con los amigos, con la familia considerándolos, que sepan que están en nuestro pensamiento y nuestro corazón, pero también, debemos de ser enérgicos en las llamadas de atención, deben saber reconocer que es lo malo y que es lo bueno, pero que vayan tomando sus propias decisiones con autonomía y cuando veamos que están equivocados hay que hacérselos saber, para que esa autonomía que un día vayan a tener sea con razón, con criterio, basados en la educación que se les brindó en la niñez, adolescencia y juventud, y les permita vivir una vida alejada de los vicios y de los problemas en que estamos inmersos hoy, por falta de aconsejar y educar a nuestros hijos, pero sobre todo, por la falta de amor que les pudimos haber dado, pero que por muchas excusas no les dimos.
Debemos hacerlo, y si nuestros hijos nos escuchan tendremos la oportunidad de que no sufran con sus acciones, y si los enseñamos a ser responsables, ellos tendrán que razonar cada paso que den, de tal manera, que se equivocarán en la vida como todo ser humano, pero no tendrán la malicia para buscar dañar a los demás, y no tener remordimientos.
¡Debemos actuar ya! Vamos a batallar si nunca los hemos aconsejado, pero es preferible a verlos sufrir por sus acciones, ellos no cuentan con la experiencia que la vida nos ofrece, debemos darles valores, para que sepan que hacer en cada momento, así podemos verlos crecer sanos de mente y cuerpo, y nosotros estaremos tranquilos y seguros de lo que hacen, cuando no estén a nuestro lado.