EL AUTORITARISMO EN LOS TIEMPOS DE LA 4T
“Andrés Manuel López Obrador es muy radical, sectario, está en constante enojo y no soporta la crítica”. así describió Guadalupe Loaeza a López Obrador, en agosto de 2017, habiendo sido una de sus más fervientes seguidoras y defensoras del ahora presidente de la república. Así como ella, intelectuales, periodistas y académicos, terminaron alejándose del ahora presidente de la república, por sus desplantes, caprichos y ocurrencias, que ya le habían valido dos derrotas consecutivas en busca de la Presidencia de la República.
De hecho, si el gobierno de Enrique Peña Nieto no hubiera cometido tantas barbaridades (en todos los aspectos), a lo largo de casi todo el sexenio, estoy convencido de que Andrés Manuel no hubiera llegado a la presidencia. Pero bueno, esa, es otra historia.
Lo cierto es que la 4T, comenzó dando tumbos. Porque, una cosa es criticar, prometer y cumplir, sin conocer las entrañas del monstruo, y otra, es dar resultados de inmediato, a problemas socioeconómicos y sociales, que tienen años de rezago y que se encuentran enquistados en lo más profundo del sistema político mexicano; tal es el caso de la corrupción, la simulación, los privilegios de la casta política, la burocracia y las mafias del narcotráfico, así como las mafias que siempre se han beneficiado y enriquecido, gracias a los favores, facilidades y complicidades con los gobiernos de todos los niveles.
Por eso, Andrés Manuel, no ha podido descifrar ni desactivar, todos los mecanismos que impiden cumplir con sus promesas; por eso siempre está enojado y en sus mañaneras, reprime a quienes tienen opiniones diferentes a las de él; hostiga a quienes critican sus acciones, un tanto descabelladas. Se envuelve en el manto del “pueblo bueno”, para justificar decisiones controvertidas sometiendo a votación en la plaza pública y a mano alzada, temas sensibles que debe tomar un Jefe de Estado.
El presidente ha sometido a los otros poderes autónomos, aprovechando la mayoría de su partido, MORENA, en el congreso, donde los líderes de las bancadas, se han convertido en una oficina de partes, desde, donde lanzan la línea para que, ciegamente, los legisladores aprueben todo lo que quiera el presidente, sin siquiera guardar las formas.
Apelando a su calidad moral y a la de sus colaboradores, el Presidente ha violado sistemáticamente la ley, pues el 70% de las compras y contratos, se han hecho de manera directa, cosa que antes, denunciaba y condenaba en los tiempos de los gobiernos del PAN y del PRI.
Ha recurrido a la realización de encuestas a modo, sin rigor metodológico y con participación exclusiva de sus seguidores, para decidir proyectos tan importantes como el del aeropuerto de Texcoco, la construcción del Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, la termoeléctrica de Morelos -que dicho sea de paso, a esta última, satanizó en su campaña-, asimismo, sin licitación de por medio, compro más de 600 pipas, ha cancelado sin bases firmes programas sociales y ha puesto en marcha otros sin contar con sus reglas de operación, ha invitado a empresas de dudosa calidad moral, para que participen en la construcción de la refinería de Dos Bocas, llegando al colmo, de someter a votación al pueblo bueno, si le contestaba los mensajes qué le había mandado el presidente de Estados Unidos de América, Donald Trump.
El propio presidente, ha estado socavando la autonomía de organismos autónomos, que debieran de ser contrapeso en asuntos delicados, ha impuesto a amigos e incondicionales en esos organismos y hasta en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, violando la autonomía de otro poder autónomo, esencial para preservar el estado de derecho en el país.
Su estrategia de seguridad apenas comienza a configurarse con la aprobación de la guardia nacional, que, pese a que se opuso, criticó y calificó en los tiempos de Calderón, porque incluía al ejército, ahora pretende militarizar a este nuevo cuerpo de seguridad, pues, no sólo el ejército se va a encargar de la capacitación de los nuevos elementos, sino que además, estará bajo el mando de un elemento castrense. Por eso, Javier Sicilia, calificó la estrategia de seguridad de Andrés Manuel, Cómo peor que la de Felipe Calderón.
Lo malo es que, para que se consolide esta nueva estrategia, tendrán que pasar meses, sin que a la fecha, haya un plan alternativo y las muertes violentas, los asaltos, los secuestros y demás delitos, han escalado tanto, que ya superaron el número a los de los sexenios anteriores para el período que corre de este gobierno.
Quizá lo más lamentable y criticable de este gobierno de López Obrador, es que, algunos grupos nefastos a quienes tanto atacó y crítico, han estado tomando un segundo aire con su gobierno.
Ahí está el clan Gordillo Morales, a quien Andrés Manuel, ha dado todas las facilidades, incluso, para que formen un nuevo partido utilizando su imagen; y qué decir de Napoleón Gómez Urrutia, a quien AMLO, convirtió en senador para darle fuero y lo dejó retomar el control del sindicato minero, ahora, recargado.
Mientras, en su partido MORENA, todos los días ha estado saliendo pus, con personajes infectados de ignorancia, deshonestidad, de ambiciones desmedidas y de vínculos mafiosos, están convirtiendo al partido en un lastre para el Presidente. Y faltan las elecciones de Junio del presente año en cinco estados de la república. Este proceso, será una pequeña probadita, para saber cómo andan las cosas en la 4T. Veremos y diremos.