POR: EMILIO ALCOCER LÓPEZ
"Es puente, el doctor viene hasta el martes".
Es lunes 8 de marzo, inicio de semana, a trabajar que el carro no se paga solo. Abrí la oficina para agendar las entrevistas en Hoy Matamoros Noticias y el periódico Sin Censura, ya había concretado algunas citas con políticos y profesionistas, comentamos los temas para abordar.
Como parte de mi trabajo es estar en redes sociales y enterarme de la "farándula lagunera", me doy cuenta de que mi hijo en su Facebook subió una fotografía en la que aparece con suero, está sonriente y seguramente lo hizo por gracia, como solemos hacerlo todos para anunciar que andamos en fiestas, parrandas o de socialitos, es decir, "la foto p'al feis".
Inmediatamente me comunico con él para saber lo sucedido y me dice que está en un hospital particular, a las 4 de la mañana de ese lunes sintió dolor abdominal muy fuerte, el diagnóstico fue Síndrome del Colon Irritado; horas más tarde lo dan de alta y con tratamiento para tres días.
Así pasó el resto del lunes, el martes el dolor continuaba, el miércoles 13 decidió acudir a un hospital del IMSS, por aquello de que pudiera resultar más caro el tratamiento, decidió enfrentarse a la odisea que viven los enfermos cuando entran por urgencias. Horas más tarde fue atendido y como a las 2 de la mañana del jueves lo dieron de alta con el mismo diagnóstico "Síndrome del Colon Irritado".
Sin embargo, a las 10 de la mañana de ese mismo jueves 14, regresó a urgencias ante el persistente dolor, tras los trámites cansados permaneció sentado en una silla hasta que en la tarde-noche le asignaron su cama en la misma área. Ahí no hay habitaciones, es el pasillo donde dejan las camas con colchonetas delgadas que, al acostarse, se siente la incomodidad y los fierros calan la espalda.
Ahí pasé la primera noche con mi hijo, a un lado de su cama, me tuve que "robar" una silla para no estar parado, todo ese día la enfermera decía "ya mero llega el cirujano para que lo valore", frase que escuchamos mínimo en 5 ocasiones.
Mi hijo pesa algo así como 130 kilogramos, es alto, muy pasado de peso, por lo mismo, la delgada colchoneta le resultaba incómoda y no podía descansar, mucho menos conciliar el sueño porque también los lamentos de otros pacientes, eran el común denominador.
El viernes 15 pasó igual, el cirujano nunca llegó, cae la noche y una enfermera nos hace el favor de buscar al mentado cirujano, que casi a la media noche llega solo para decir que había que esperar porque no había camas.
La mañana del sábado 16, acudo ante jefe de servicios y le comento que el cirujano no ha valorado a mi hijo, que qué estaba pasando, a lo que se "movió" y minutos más tarde llegó para decirnos que entraría a quirófano de urgencia, que era apendicitis, pero que ya abierto revisaría si hay otros órganos afectados y que causen el dolor.
Sigue la odisea, lo preparan y entra a quirófano al filo del medio día, lo operan hasta las 6 o 7 de la tarde porque tuvo que hacer fila; como es costumbre que al familiar no le avisan, pedí hablar con el cirujano, quien como a las 10 de la noche me explicó a detalle lo que había encontrado, pero que se quedaría toda la noche en recuperación porque no había camas disponibles en piso, todas ocupadas; a mi nuera y a mi nos dio chanza de verlo y platicar con mi hijo diez minutos, nos tranquilizamos porque se sentía bien... Y luego que ya había iniciado el famoso "puente"; no quedó otra más que esperar y dormité en las sillas de urgencias.
El domingo por la mañana vuelvo a preguntar por mi hijo y dicen "aún no hay camas", sigue en recuperación, donde no hay acceso a familiares.
Total que ese domingo 17, como a la una de la tarde le informan a mi nuera que mi hijo ya estaba en el segundo piso y le dieron el número de cama. Al rato viene el especialista asignado, decían las enfermeras, lo cual no sucedió y ahí pasé la noche acompañando a mi hijo,
El lunes por la mañana, continuaba el famoso "puente", enfermeras y enfermeros realizaban su rutina, colocar suero, antibióticos, una sonrisa amable en todo momento.
Noté que de la cirugía emanaba un líquido espeso, chorreaba por el estómago, brotaba más que por el dren que le hicieron donde había una bolsa, pero como desconocemos de esos menesteres, la enfermera solo decía que cuando llegara el médico se lo comentáramos.
Finalmente el famoso "puente" terminó el martes, el movimiento de personal fue más intenso, algunos comentaban la divertida y presumían el paseo que se dieron el fin de semana.
Ese martes 19, poco antes de las nueve de la mañana, un médico joven llega a la cama de mi hijo para hacerle preguntas, lo checa, hace anotaciones y le pregunto por el médico asignado, contesta que pasaría por la tarde, que recorría otras áreas, aunque le corresponde el turno de la tarde, trabajaba horas extras.
El famoso médico responsable asignado nunca llegó el martes por la tarde, pero en el inter, una enfermera llegó por primera vez a cambiarle la gasa a la cirugía, desde la operación no le habían hecho curación, tenía varios puntos y de un lado salió un chorro de líquido color café y una especie de semilla, ésta nada tenía que hacer ahí, a menos que el intestino tuviera una "fuga".
(Continuará...)