POR: PEDRO BELMARES O.
Dos señores se encontraban platicando de sus vidas, y también de las cosas que habían dejado por el paso del tiempo. Uno de ellos era Roberto, ya estaba mayor y de tanto tomar era alcohólico; había derrochado su dinero en mujeres y alcohol y al final de su vida se había quedado solo, pues sus hijos y esposa lo abandonaron. El otro era Ernesto, a su edad había probado de todas las drogas, las cuales, lo habían dejado en bancarrota; era un ejecutivo de cuenta, empleo que le dejaba muchas ganancias. A Ernesto también le gustaban las cosas lujosas como los carros deportivos y casas en la playa. Era un hombre solitario, las oportunidades que tenía con las mujeres siempre las perdía por su adicción, lo cual lo llevó a perder su trabajo para después derrochar todo lo que había ganado.
Ellos se hicieron amigos en una clínica de rehabilitación de adicciones y, durante mucho tiempo, se rehabilitaron y se dieron cuenta de todo lo que habían perdido y que su adicción pudo llevarlos hasta la muerte. Ahora, cada tarde hacen reuniones con jóvenes adictos a las drogas y comienzan a platicar lo que ellos vivieron: Roberto cuenta que todos los placeres de la vida son para disfrutarse, pero cuando uno lo lleva a los extremos puede perderlos para después arrepentirse como mi amigo y yo.
Todo empezó cuando uno dice esto me gusta y después se hace adicto al alcohol o a las drogas, y, posteriormente, se da uno cuenta que ya no es el mismo, el alcohol poco a poco se adueñó de mi vida. Empiezas a perder a tus amigos, luego a tu familia, para cuando te das cuenta, ya estás solo, como me ven aquí, yo he perdido todo: mis hijos, esposa y amigos por seguir en mi adicción.
Ernesto siguió platicando con los jóvenes y les dice: Yo estudié en las mejores escuelas para después tener un buen empleo donde llegué a ganar mucho dinero; tuve casas, autos de lujos, viajes por el mundo, eso me llevó a conocer a muchas personas que me llevaron por el mal camino, y con el tiempo perdí a mi familia; ellos, hicieron hasta lo imposible para que yo me rehabilitara pero no pudieron, después, perdí todo lo que tenía, hasta quedarme en la calle y los amigos que yo creía tener nunca me ayudaron, tarde medí cuenta que mi adicción me acabó. Después de perder dinero en las calles pude rehabilitarme, ustedes son jóvenes y están empezando a darse cuenta que las drogas destruyen y que sus vidas serán otras, diferentes a las que ahora tienen.
Es por eso que mi amigo y yo damos platicas de lo que fue y son nuestras vidas y al conocernos congeniamos en muchas cosas e hicimos un escrito llamado ME GUSTA.
Me gusta el vino por su alegría pero no debo tomarlo, porque al emborracharme pierdo a las personas que amo y por eso no debo tomarlo.
Me gustan las drogas pero no debo ingerirlas porque con mi adición puedo perder mi vida y todo lo que amo en ella.
Me gusta robar y así tener dinero fácil pero no debo quedarme con él, porque no es mío y puedo acabar en la cárcel.
Me gusta tener cosas lujosas y joyas, y carros pero no debo tenerlas porque hay otras prioridades como ayudar a los que no tienen.
Dejar decir me gusta a las cosas que nos pueden hacer un daño, y que al principio no podemos ver y después nos cambian la vida, no nos damos cuenta que todas las cosas como estas son efímeras y que no nos deben de cambiar.
Por esta razón no debemos siquiera por curiosidad probar las drogas ya que nos van a dar un estímulo inicial pero después viene el dolor y el arrepentimiento pero puede ser muy tarde.
Recuerden que las cosas fáciles más tarde se convierten en situaciones difíciles para los seres humanos, vean las piltrafas en que nos convertimos, y éramos como ustedes con muchas aspiraciones y deseos de superación, pero por probar llegamos a cómo ahora nos ven. Sean conscientes de sus vidas para que puedan satisfacer a sus familias y con amor y respeto por toda la humanidad van a ser felices; nosotros buscamos la felicidad donde no estaba y por esta razón quedamos solos, hasta que Dios nos llame, ustedes son jóvenes y pueden cambiar, háganlo y no se van arrepentir.