Y ESO… ¿ES BUENO O ES MALO? /
POR: GLORIA RUIZ G.
Que días aquellos cuando mi mamá les preparaba taquitos a los migrantes que llegaban a tocar la puerta pidiendo eso “Un taco” nos tocaba a mí y a mis hermanos entregárselos ya sea envueltos en servilletas o en plato con su respectiva taza de café o refresco; no recuerdo que alguien se haya ido en blanco, cuando menos pan y café. Hoy si alguien extraño toca la puerta no abres o de plano llamas a la policía aunque nunca llegue, además ya no piden tacos, abundan los vividores que cuentan cualquier mentira con tal de dar lástima y obtener dinero. Esto viene a colación ya que toda serie de rumores se vierten sobre los migrantes que están llegando a la frontera, pero no todos causan conflictos y tienen historias trágicas; el fenómeno migratorio que nos invade en las últimas semanas en las fronteras de Piedras Negras y Ciudad Acuña, ha dejado de manifiesto varias cosas, una de estas es que los gobiernos estatales y municipales no están preparados para enfrentar el costo que implica dar alojamiento y alimento a miles de extranjeros y mexicanos que llegan hasta estos puntos fronterizos intentando pedir asilo político a Estados Unidos de Norteamérica; el esfuerzo del gobierno municipal en Acuña, es grande ya que la ciudad y sus habitantes tienen sus propias necesidades; en el gimnasio José de las Fuentes Rodríguez y el centro comunitario Granjas del Valle, ha tenido que suspender las actividades recreativas y deportivas para dar cabida a ya alrededor de 200 migrantes; sin contar con que los insumos para preparar los alimentos y que son proporcionados por el gobierno federal a través del Instituto Nacional de Migración y grupo BETA han escaseado debido al conflicto que se ha generado en el albergue de Piedras Negras, con migrantes centroamericanos que se quejan de estar privados de su libertad, de amenazas de elementos de Fuerza Coahuila, de mal trato de agentes del INM y le han puesto toda la atención allá.
Entré al albergue ubicado en el gimnasio en Acuña y de inmediato llamó poderosamente mi atención la gran cantidad de niños y niñas así como de mujeres adultas y a ellas me dirigí para que me contaran su historia o parte de esta; en el albergue no hay área para mujeres y niños, es decir hombres, mujeres y niños conviven y duermen en el mismo lugar, aunque en su mayoría son familias y se ha mantenido el respeto; tienen calefacción y agua caliente.
Por la pobreza y la delincuencia decidió salir de su país con su esposo y sus hijos, “Es muy difícil dejar todo, lo poquito que uno tiene, arriesgando a los niños” me dice una migrante hondureña que prefiere omitamos su nombre; reconoce el apoyo que se les ha brindado en México y hoy en Acuña y lo agradece, “No estamos para pedir gustos ni quejarnos de la comida, al contrario lo que nos den es bueno” ha tenido la fortuna de no sufrir maltrato o abusos pero ha visto como hombres migrantes se drogan en el trayecto, insultan o lastiman a otras mujeres, se pelean entre ellos y se avientan del tren; sin duda se siente miedo, mucho miedo pero el deseo de alcanzar una mejor forma de vida hace surgir el valor para aventurarse en un camino tan largo y desconocido.
Su esposo trabajaba en el sistema penitenciario de el Salvador lo que motivó que empezaran las amenazas, “A mí me dolió salir del Salvador, dejar a mi mamá (lágrimas) me dolió tanto ver que ella se quedaba y yo me venía” Ella es una migrante salvadoreña, tampoco quiere que se publique su nombre, la encontré sentada sobre la colchoneta donde duerme, mientras su hija de diez años y su pequeño de cuatro intentaban distraerse jugando; el miedo se refleja en su rostro pero también el sufrimiento; mataron a su hermano porque se negó a formar parte de las pandillas, la salvaje MS-13 (Maras Salvatruchas) luego investigaron donde trabajaba su esposo, el acoso y las amenazas de muerte acabaron sacándolos de su país; apenas cruzaron Guatemala en balsa por el río Suchiate a ciudad Hidalgo, Chiapas, cuando unos hombres les ofrecieron ayuda, misma que aceptaron pero los llevaron a unos “solos” (parajes) y allí los asaltaron con armas de fuego y les quitaron los mil dólares que habían ahorrado para el viaje hasta la frontera norte de México; su niño de 4 años enfermó de bronquitis y pese al tratamiento médico que se brinda en el albergue, no ha mejorado “Eso a mí como mujer me hace sentir muy mal, como mamá me siento triste de que dejé mi país, los niños sin estudiar, sin un lugar estable, sin saber cuándo nos van a llamar para la entrevista en Estados Unidos” Pero ella como todas las mujeres migrantes prefieren pasar estas calamidades a continuar siendo víctimas de la violencia y la miseria en su país, pero más que eso, no quieren condenar a sus hijos a morir o a crecer en ese entorno; México no es la solución, es el último eslabón en el trayecto, no saben si lo lograrán pero ya están aquí…Soy Gloria Ruiz, la voz del pueblo, la válvula de escape para muchos, la politóloga del proletariado…To be continued.