POR: FERNANDO RANGEL DE LEÓN
El origen histórico de la Guardia Nacional, se remonta a los días previos a la Revolución Francesa el 14 de julio de 1789, con la toma de La Bastilla (fortaleza militar símbolo del absolutismo francés); y que fue un cuerpo conformado por civiles para enfrentar a los revolucionarios ante la nulidad del ejército monárquico; y que existió y existe en algunos países con diversos nombres como el de Guardia Civil, que hubo en España.
La Guardia Nacional en nuestro país está prevista en siete de los 136 artículos de la Constitución, que este 5 de febrero cumple 102 años; pero en ninguno de ellos dice qué es, quienes la conforman, de quien depende, dentro de que organismo se encuentra, etc.; pues únicamente la mencionan para que un gobierno se ocupara de ella y la institucionalizara, como lo está pretendiendo el Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Pero lo que sí contempla nuestra Carta Magna, es la letra y el espíritu de que sean civiles quienes integren la Guardia Nacional, y que es lo que debe campear en el Congreso de la Unión, al reformar nuestra Constitución, la más reformada en el mundo, con alrededor de 700 modificaciones; para que en su conformación prevalezca más lo civil que lo militar.
El origen histórico de la Guardia Nacional en México, lo encontramos en 1846, en vísperas de la intervención Norteamericana (Gesta de los Niños Héroes el 13 de septiembre de 1847), en que el Presidente Mariano Arista, la crea para reforzar a nuestro ejército al que consideraba incapaz para defender a nuestro país; mencionando la anécdota de que este mandatario construyó la puerta de lado norte del Palacio Nacional, y por eso es conocida como la “Puerta Mariana”, casi en contra esquina del lado oriente de la Catedral Metropolitana; la que tuvimos de frente a unos cuantos metros hace alrededor de un mes.
Esa Guardia Nacional, intentó disolverla Antonio López de Santa Anna, en 1853; pero en 1858 la utilizó Benito Juárez, en la Guerra de Reforma o de Tres Años, contra los conservadores y los intervencionistas franceses; y después Porfirio Díaz, la quitó de hecho, más no de la ley.
Entonces si la Guardia Nacional, ha sido letra muerta en la Constitución, ¿Por qué hasta ahora se le quiere dar vida?, por la grave inseguridad pública que está sufriendo el país, por la desconfianza del pueblo hacia los militares y por la invalidación de la Suprema Corte de la Justicia de la Nación, de la Ley de Seguridad Interior, con la que el Presidente Peña, pretendió dar un marco legal para que los militares sigan en las calles.
En favor de la Guardia Nacional, propuesta por AMLO, está el antecedente de que los militares en las acciones del Plan DN-lll-E, en los desastres naturales, desde hace 54 años se han comportado debidamente como eficaz protección civil.
Si la Guardia Nacional, con esas acciones militares, sirve para acabar ya la violencia y las muertes diarias en el país, entonces ¡bienvenida!