POR: MIGUEL ÁNGEL SAUCEDO L.
Dice el joven antropólogo Eder Guevara que lo que está en disputa, a propósito de la cuarta Transformación (4T), es la mente, la forma de pensar de los mexicanos. Básicamente, afirma, hemos construido una forma de percibir la realidad desde una perspectiva individualista. Somos un logrado producto de la gran revolución neoliberal que arrancara en los años 80 con Margaret Tatcher a la cabeza, pero secundada por Ronald Reagan, una transformación de nuestras formas de ver el mundo en la que nos percibimos como si los seres humanos fuésemos entes aislados , como si nada tuviésemos en común, excepto el afán de competir.
Una de las formas en las que esta disputa se expresa es la lucha por los conceptos con los que se construye el sentido común. Tatcher se hizo tristemente célebre cuando afirmó que “la sociedad no existe”, que solamente somos individuos que luchamos por intereses que o son diferentes o contrapuestos y que el Estado, por lo tanto, debería dejar de estorbar esa lucha con sus políticas de redistribución del ingreso, por ejemplo. De esa manera, decía, cada quién se procuraría lo necesario para sí mismo y para sus respectivas familias. Así comenzaron a llamar “paternalismo” a lo que antes era la expresión de solidaridad, se convirtió al sindicalismo en sinónimo de corrupción y subversión y, en síntesis, se instaló en las mentalidades occidentales el chip del individualismo. A nuestro país llegó esa forma de pensamiento en los mismos años, convertida en discurso político en las propuestas y gormas de gestión gubernamental de Miguel de la Madrid.
Hoy, después de casi cuarenta años de pensamiento neoliberal, tenemos un gobierno que, explícitamente, sostiene un discurso diferente, una forma de leer la realidad en la que pone los intereses sociales por encima de los individuales. “Por el bien de todos, primero los pobres” sostiene López Obrador desde que le disputó la presidencia a Felipe Calderón, con lo que pretende resolver de manera diferente la contradicción entre los intereses personales y los sociales, conflicto que según el neoliberalismo es insoluble.
Para que la 4T se convierta en una realidad y que además no tenga reversa, es necesario, según el antropólogo Eder Guevara, construir un nuevo sentido común disputándole a los neoliberales el repertorio conceptual con el que actualmente vemos el mundo. Segú él, hay que recuperar el concepto de pueblo, algo que para el neoliberalismo es inexistente o, que en todo caso, es algo así como una masa amorfa, infantilizada, compuesta por individuos a quienes hay que conducir de la mano porque no saben distinguir entre lo bueno y lo malo. Por eso el enorme desagrado con las consultas ciudadanas, pues ¿Cómo se le ocurre a un presidente preguntarle a la gente en lugar de consultar a los expertos? El pueblo, por definición neoliberal, es ignorante, no entiende nada acerca de lo importante que son los grandes proyectos de modernización, como es el caso de la construcción de un aeropuerto.
Otro concepto en disputa es el de democracia. Creen obsesivamente que la democracia inicia y se agota en el ejercicio del voto por uno u otro de los partidos que se nos presentan como opciones mercantiles en el mercado de la política. La alternancia política, para el pensamiento neoliberal, es turnarse el poder entre partidos que tienen colores y candidatos diferentes, pero que profesan el mismo credo neoliberal. Ahora que llegó un presidente que no es fanático de los mercados, no lo entienden, su viejo sentido común no les permite comprender que México es algo mucho más grande que sus intereses.